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Solidaridad

Del hospital de Gandia al corazón de África

Antiguos aparatos del área de maternidad se destinan al centro sanitario que un misionero de Oliva abrió en el pequeño país de Benín

Del hospital de Gandia al corazón de África

Un contenedor con materiales y productos valorados en 100.000 euros partió el sábado pasado desde Oliva hacia África, concretamente al pequeño país de Benin, en el que se encuentra el misionero olivense Pepe Girau. El proyecto cuenta con la colaboración de la ONG Viviendas para los Sin Techo, que dirige Plácido Orosa, y la asociación de Amics de Pepe Girau de Oliva.

Los materiales llegarán en diez días al nuevo hospital denominado «Maternité d'Igbonakro», en la zona de Manigrí, donde una matrona ya los está esperando.

Gracias a la colaboración de la Conselleria de Sanidad, entre los elementos más importantes que se remiten se encuentran parte de los aparatos que se han podido reciclar del viejo hospital de Gandia, sobre todo del área de Maternidad. Se han remitido cunas, incubadoras, un autoclave, aspiradoras, sillas o básculas, pero también instrumentos para la construcción de pozos de agua que hacen mucha falta en la zona, placas solares, una bomba solar y otro tipo de productos necesarios, como una nevera, material médico y farmacéutico para la maternidad y un ecógrafo. Se trata de material que en España ha sido sustituido por otro más avanzado pero que en África no existe y que contribuirá a salvar vidas y a evitar riesgos en los partos.

La campaña arrancó en 2014 cuando la ONG Viviendas para los Sin Techo y la asociación de Amics de Pepe Girau organizaron una cena benéfica para conseguir fondos para este importante proyecto. Desde ese momento hasta la actualidad no se han parado de recoger materiales y de guardarlos en una nave del polígono industrial olivense con destino al proyecto africano. La UD Oliva se implicó donando 800 euros, y la Junta de Festes de Sant Francesc de 2014 dio otros 1.750 euros.

Más de dieciséis años en Benín

José Girau tenía 14 años cuando empezó a leer la revista «Mundo Negro», editada por los misioneros combonianos, que su abuela recibía en casa. «El testimonio de los misioneros perseguidos y encarcelados en Sudán me llegó al alma», aseguró. Cuando cumplió 18 años decidió pasar unos días con los combonianos y se dio cuenta de que eso era lo suyo. Fue una decisión adoptada hace más de 40 años.

Benín fue su primer destino. «Acababa de llegar, y las épocas de sequía eran muy tristes, enfermaban muchos niños y me impactaba mucho, pero todos salimos más o menos adelante. Los misioneros siempre trabajamos juntos y la gente pobre es enormemente solidaria», aseveró.

Tras pasar por varios destinos africanos y, posteriormente, su estancia con los indios Sikwani en la selva del Meta, en Colombia, hace tres años ha vuelto a África, el continente que es su gran pasión, del que tuvo que marcharse por problemas de salud.

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