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Iniciativa

Bétera retirará a Franco los títulos de alcalde honorario e hijo adoptivo

Compromís, en el gobierno de la localidad, presentará esta tarde una moción para revocar los nombramientos

Francisco Franco dejará de ser alcalde honorario e hijo adoptivo de Bétera. Así lo ha anunciado su ayuntamiento, que hoy aprobará en el pleno la retirada de todos los honores al que fuera dictador de España desde 1939 hasta 1975.

Esta iniciativa surge del grupo de Compromís, que actualmente es el que gobierna en la localidad con la alcaldesa Cristina Alemany, y servirá para revocar el acuerdo municipal de 1946 por el que Franco fue nombrado Alcalde Honorario Perpetuo e Hijo Adoptivo de Bétera.

La concejala de Patrimonio y teniente de alcalde, Daría Terrádez, señaló que con esta medida «no se pretende otra cosa que cumplir con la Ley de Memoria Histórica». De hecho, este acuerdo se adoptará ocho años después de la aprobación de esta legislación, que establece que las administraciones públicas deben tomar «las medidas oportunas, en el ejercicio de sus competencias, para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativos de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura».

Terrádez añadió que el hecho de que Franco siga teniendo honores «es anacrónico y va contra el Estado de Derecho». Asimismo, incidió en que «sería impensable que esto pudiera suceder en la actualidad en otros países europeos que también han padecido una dictadura, como Alemania, por ejemplo».

Recomendación del CE

Desde el Ayuntamiento de Bétera insisten en que mediante esta moción «se pretende dar cumplimiento a las numerosas recomendaciones efectuadas por distintas organizaciones internacionales que establecen la necesidad de condenar la dictadura franquista, como por ejemplo la recomendación 1736 de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, que condena con firmeza las múltiples y graves violaciones de los Derechos Humanos cometidas por el régimen franquista». «Es una mera cuestión de dignidad», concluyó Terrádez.

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