Cuando se pasea estos días por los aledaños de un horno de Alberic no sorprende nada. Aproximadamente 50.000 panquemados comercializados durante la Semana Santa pueden parecer muchos pero es que los nueve comercios especializados de la localidad ribereña son un auténtico hervidero por el que pasan turistas llegados de toda España, en busca de la denominada en la zona como «mona», el tradicional producto pascuero al que diferencia el «caramull». Los hornos del municipio se arremangan para ofrecer los miles de panquemados que se dispensan desde primera hora de la mañana y que encontrarán hoy el cénit con el Domingo de Pascua y la tradición de «regolar la mona» después de la comida en familia o con los amigos. Aunque los cálculos son aproximativos, el número exacto no distará en exceso, contabilizándose también otros productos como las, las cocas «d'anous i panses», las cocas de cabello de ángel, los cocodrilos, las monas más pequeñas o los rollos. Artesanos como Juan José Armengol, del Forn de Sant Roc y presidente de la asociación que une a los horneros de Alberic, acepta que a su comercio llegan visitantes de Madrid, Gandia o Burgos, ejemplos de la diversidad de una costumbre que supera fronteras y es conocida a miles de kilómetros.

«Hacemos monas durante todo el año pero en Semana Santa y, específicamente el Domingo de Pascua, la producción es impresionante porque hay que cubrir la demanda de gente llegada de toda España. Nos pasamos todo el día fabricando y vendiendo. Es un proceso de producción muy largo y a veces tenemos excesiva demanda», acepta Fernando Puig, del Horno El Campanero, un comercio activo desde el 19 de abril de 1970 gracias al trabajo de Vicente Puig y Pilar Torres.