Enclaves medioambientales frágiles que son explotados sin control a pesar de su protección. El turismo incontrolado que en los últimos años ha «conquistado» algunos rincones de la comarca de la Ribera ha provocado que sus dirigentes políticos estudien fórmulas para limitar el acceso, con iniciativas similares a las que se quieren aplicar por ejemplo en la isla de Tabarca o a las que ya tienen lugar en la llamada Albufera de Anna. Los políticos ribereños no hablan de cupos porque «son complicados de controlar e incluso desconozcemos si los consistorios tienen competencias», según el alcalde de Sumacàrcer, Txema Peláez, pero sí muestran un compromiso por regular de alguna forma sus parajes para asegurarles un futuro. Es el caso, estos días, de Les Salines de Manuel pero el turismo abrumador afecta de forma paradigmática en verano a las zonas de recreo en el río Xúquer de Antella y Sumacàrcer.

Varios vecinos de Manuel denunciaron a través de las redes sociales (en un debate que pronto prendió) que Les Salines precisaban de regulación con el objetivo de que no se viese afectado por la llegada masiva de turistas. La explanada del paraje natural se ve invadida de cientos de coches de visitantes de todos los rincones del territorio valenciano que buscan un entorno de tranquilidad y esparcimiento. Compromís, grupo que hoy ostenta la alcaldía (por medio de Josep Antoni Pastor) exigió en la oposición un control sobre la zona y ahora está promoviendo diferentes iniciativas.

De momento ha acotado con señales una zona a la que no pueden acceder los vehículos motorizados. Durante los días importantes de la Pascua se pueden concentrar en la esplanada de Les Salines, según vecinas como Maria Josep Cortés, «entre trescientos y cuatrocientos coches, que evitaban que se pudiese disfrutar de la zona como siempre se ha hecho». El consistorio estudia ahora la posibilidad de restringir el acceso a los ochenta vehículos.

En el caso de Antella, el turismo puede llegar a quintuplicar los habitantes cualquier día del verano. El paraje de l´Assut se ha situado como un lugar de encuentro para aquellos que huyen de la playa y buscan la «tranquilidad» de las zonas del interior. En el pasado, el ayuntamiento antellense estableció una barrera con la que cobraba a los turistas que accedían a la zona reservada más próxima al paraje pero en los últimos años directamente se ha prohibido el estacionamiento a los no residentes en Antella. Se acotan zonas de aparcamiento ligeramente alejadas del entorno para promocionar la llegada a pie o con vehículos no motorizados.

Otro de los ejemplos es el de Sumacàrcer. El ayuntamiento y la Confederación Hidrográfica del Júcar acaban de regenerar un espacio conocido como El Franc que se tiene intención de convertir en un pequeño bosque junto al río. Por ello, se estudian las posibilidades para acotar el acceso a la zona, diferenciando entre los espacios de esparcimiento (que en el caso de Sumacàrcer se desarrollan en l´Esgoletja) y los entornos naturales a proteger. Los parajes sumacarcelinos, como los antellenses, cuentan con protección al ser considerados Zona Especial de Protección de Aves y Lugar de Interés Común. «Queremos reunirnos con la conselleria para conocer qué medidas podemos tomar para limitar los accesos y proteger las zonas. Nos planteamos vallarlo en verano y abrirlo en invierno porque es una zona virgen que no puede asumir la explotación incontrolada de los turistas», aduce el alcalde de Sumacàrcer, Txema Peláez.