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La inmigración contada en primera persona

Polinyà también soñó con París

Un grupo de mujeres emigró desde la Ribera Baixa en los años sesenta para trabajar en tareas domésticas y también encontró mayores libertades

Polinyà también soñó con París

Al igual que ocurre ahora, a mediados del pasado siglo muchos españoles también cruzaron las fronteras en busca de una vida mejor. Francia se convirtió en uno de los principales países receptores de emigrantes y allí fueron un grupo de vecinas de Polinyà de Xúquer, que trabajaron como empleadas del hogar y que ahora han relatado su experiencia en el documental «Si tu vas a París», grabado por los directores franceses Jacquie Chavance y Guillaume Mazeline.

El video se grabó en 2012 y recientemente se volvió a proyectar en el Centro Cultural Ausiàs March de Polinyà. Las protagonistas son Paquita e Inés Navarro, Mª Carmen Benavent, Reme Serrano, Carmen y Rede March, Juliana Chumillas y Amparín Rubio. El historiador francés Bruno Tur, hijo de una de estas mujeres emigrantes y que ha colaborado en la realización del documental, cuenta que el objetivo de este trabajo es «resaltar el papel de las mujeres dentro de la emigración».

Como cuenta Tur, estas vecinas de Polinyà eran muy jóvenes, algunas incluso menores de edad y estaban sometidas a un férreo control social durante el franquismo. En el documental, aparte de hablar sobre sus condiciones laborales, se centra sobre todo en las relaciones personales que tejieron entre ellas. Era gente joven que entre semana trabajaba duro, las mujeres «jugaron un papel importante en el tema económico porque enviaban sus ahorros a la familia», explica Tur; pero los fines de semana se reunían en las salas de fiesta parisinas para disfrutar también de su juventud.

Relatos de vida

Su historia es la misma que la de muchos otros vecinos de la Ribera. Siguiendo una línea cronológica, algunas de las protagonistas del documental empiezan contando que, cuando eran niñas, sintieron cierta marginación social al ser hijas de represaliados republicanos. Eran años duros y desde muy jóvenes se empleaban en algún almacén de naranjas. Juliana Chumillas recuerda que «las niñas recogíamos la naranja» en el almacén, pero cuando venía la Inspección de Trabajo «nos escondíamos en montones de paja» porque eran menores y no debían estar trabajando. En los años 50 y 60 Francia se convirtió en la tierra de las oportunidades. «Aquí decían que cuando llegabas allí ibas recogiendo el dinero del suelo», cuenta Rede March. Así que decidieron marcharse a trabajar como empleadas del hogar. Era fácil encontrar trabajo, pero las condiciones eran muy duras. No obstante, el esfuerzo de estar lejos de la familia valía la pena porque el salario era casi 50 veces mayor que el que se cobraba en España. Si aquí se percibía unas 80 pesetas, allí les pagaban 3.600 pesetas. El dinero lo guardaban en la barra de una cortina y cuando venían en verano a Polinyà se lo daban a sus familias.

Pero el choque cultural también marcó sus vidas porque en París tenían la libertad que no les ofrecía España. Los sábados por la noche acudían a las salas de fiesta como la Sala Wagram y allí se juntaban con otros españoles. Hasta en la moda se notaba el cambio. Estas jóvenes llegaron un verano a Polinyà con pantalones cortos y fueron el blanco de las críticas, así que cuando estaban en el pueblo se tenían que vestir como dictaba la férrea moral de la época. Como resume Rede March, «cuando me fui (de Polinyà), me fui toda de negro y volví toda de color».

Cuatro de estas mujeres volvieron definitivamente a Polinyà después de estar quince años viviendo en París. El resto esperó a la jubilación para regresar a su pueblo y ahora, como hace 50 años, viven todas otra vez en su localidad natal.

Memoria histórica

Respecto a la idea de que antes los españoles emigraban con un contrato y ahora no ocurre lo mismo con los emigrantes que llegan a España, Tur aclara que muchos españoles que llegaban a Francia en los años 60 lo hacían con visado de turista y sin un trabajo acordado previamente.

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