Hay cientos de formas de hablar una misma lengua. Y ese fenómeno se da hasta en los territorios más inesperados. Así ocurre en el Rincón de Ademuz, donde el profesor de Lengua y Literatura Española Blas Valentín ha editado un diccionario sobre la propia habla de la zona, con sus palabras particulares que tan solo pueden ser escuchadas allí, en ese territorio que hace de confluencia entre la Comunitat Valenciana, Aragón y Castilla-La Mancha.

Blas Valentín nació en Casas Bajas, en el Rincón de Ademuz, y aunque ahora mismo vive por circunstancias familiares y laborales en Sevilla, mantiene sus raíces muy vivas. Por ello, mientras estudiaba un máster en elaboración de diccionarios y control de calidad del léxico español, se lanzó a recoger palabras propias del lugar donde se crió. Según explica Valentín, en primer lugar eliminaba aquellas que estaban registradas por la Real Academia de la Lengua. Si no lo estaban, las consultaba en el entorno del Rincón de Ademuz. ¿Y dónde podía encontrar ese poso de sabiduría para alimentar su diccionario? «En las personas mayores, sobre todo en las que tenían más de 80 años, son las que más han ayudado y las que más siguen usándolas», asegura Valentín.

Una vez finalizado su trabajo, en el que aparecen analizadas etimológicamente más de 1.000 palabras, Valentín define el Rincón de Ademuz como «una tierra no solo de confluencia geográfica sino también lingüística, con muchísimos aragonesismos, algunos valencianismos de adstrato, y arcaísmos, vulgarismos o coloquialismos procedentes del castellano». Así, sugiere vocablos como «bolchaca» (muy similar a la «butxaca» valenciana) o «adaja» (con cierto origen en la «dacsa»); mientras que de la Serranía de Cuenca llegan otros como «cirote» (excremento humano) o «guarín» (hijo menor).

En cuanto al origen, Valentín recuerda la cercanía de Teruel y la Sierra de Albarracín en este enclave, con muchas influencias del arte mudéjar y, por lo tanto, con ciertos tintes lingüísticos procedentes del árabe.

No obstante, en su mayor parte, estas palabras están en vías de desaparición «porque suelen pertenecer a campos léxicos que están en desuso como el entorno rural o la matanza del cerdo, por eso sólo se mantienen en pequeños aldeas por gente mayor».

Aún así, Valentín ha escrito un trocito de la historia de este rincón geográfico puesto que como él mismo añade «una tierra también está hecha de las palabras y expresiones lingüísticas que acaban formando parte del terreno tanto como las piedras y las casas». «He sentido que rescataba las palabras del abandono del tiempo para reflexionar que esa reparación no tiene validez práctica en la vida. Algo que antes era ahora ya no es. Perder ese bagaje era perder parte de nuestra historia. Ponerlas en el diccionario ha sido como disecarlas para que sigan viviendo», confiesa Valentín.