La monumentalidad de los restos arqueológicos hallados en Sagunt durante las obras del Corredor Mediterráneo ha sorprendido a los especialistas. Las características de los muros encontrados revelan la existencia de una construcción de cierta envergadura, dotada de al menos una gran arcada y un cuidado zócalo.

Esto ha disparado el atractivo de unos restos ya de por sí interesantes desde un principio por una razón: Abrían la posibilidad de encontrar, por primera vez, huellas arquitectónicas de una construcción ligada a la gran necrópolis romana descrita a finales del siglo XIX por el cronista saguntino Antonio Chabret.

Desde el primer momento, las características de los sillares hicieron pensar en un legado romano, ya fuera de un mausoleo de aquel cementerio o de alguna villa situada en las afueras de la ciudad, tal y como avanzó Levante-EMV. Sin embargo, conforme han avanzado las excavaciones, se barajan ya otras hipótesis y cobra fuerza la de que sea un edificio levantado en época medieval, como ha podido saber este diario.

El hecho de que los morteros tengan mucha cantidad de yeso es uno de los argumentos que han inclinado la balanza hacia una posible construcción medieval que hubiera reutilizado sillares romanos. No obstante, se espera lograr pistas definitivas en el sondeo que se prevé hacer para valorar la zanja de cimentación, es decir, el lugar que en teoría siempre está «menos revuelto» y donde se pueden hallar materiales que ayuden a la datación.

Restos singulares

Sea cual sea la época de construcción, la espectacularidad de la construcción está fuera de duda. Además, el buen estado de conservación de los muros y el hecho de que mantengan gran parte de su altura les ha dotado de una especial singularidad, como reconocían arqueólogos de la Conselleria de Cultura y del ayuntamiento en una reciente visita a esta excavación sufragada por Adif que dirigen Eva Bravo y David Vizcaíno.

Mientras las obras complementarias del tercer carril continúan a escasos metros, en una zona donde el subsuelo estaba lleno de rellenos sin interés, la excavación continuará hasta llegar al final de esos muros. Los vestigios salieron a la luz «por una cuestión de centímetros», justo en el límite de una obra complementaria a la colocación del tercer carril ferroviario en el tramo Valencia-Castelló.