«El rock a veces también es música». La frase del humorista argentino Diego Capusotto es profética. Xàbia vivió el pasado fin de semana el Montgorock, con artistas como Loquillo, Muchachito, Quique González, Rubén Pozo, Arizona Baby o La Pulquería. Y, al final, se ha hablado de todo, menos de música. El rock, en el siglo XXI, debe generar impactos y retornos económicos. Los números mandan.

El Montgorock ha roto un puñado de prejuicios. Xàbia no es, a priori, un pueblo festivalero. Su urbanismo de chalés desperdigados hace difícil encontrar un recinto donde la música no moleste. Además, la población mayoritaria está ya entrada en años. No quiere alborotos.

Y otra pega: el ayuntamiento ya se deja un buen dinero en festivales para públicos selectos. El Xàbia Jazz, desde que el Institut Valencià de la Música dio la espantada, le cuesta 88.000 euros; el Xàbia Folk, 45.000, y Música d´Estiu, 50.000.

Pero ya se sabe que el rock derriba muros. El Montgorock atrajo a 7.000 personas que gastaron 110 euros de media al día. Numerosos hoteles y hostales colgaron el cartel de completo. Otro prejuicio que ha saltado por los aires es el de que el público roquero monta la tienda de campaña en cualquier lugar. Los campings estaban llenos. Pero también los hoteles de lujo del Parador y el Rodat han hospedado a numerosos espectadores. El público del Montgorock llegó mayoritariamente de Valencia y Madrid, pero también de Cataluña y Murcia e incluso de Francia, Reino Unido y Noruega.

El comercio destaca la afluencia

El alcalde, José Chulvi, del PSPV, ha destacado que en los dos días de tralla roquera solo ha habido dos quejas por ruido. «Los comerciantes y empresarios han destacado que ese fin de semana de mayo, tras el puente del día 1 y el de San Isidro, Xàbia ha tenido una muy buena ocupación», subraya el alcalde, al que la oposición (PP y dos ediles no adscritos) sí le ha atizado por la partida de 60.000 euros que el ayuntamiento reservó para el festival.