La comunidad escolar del CEIP Emilio Lluch de Nàquera está cansada de promesas incumplidas. Cerca de 400 niños están ubicados en aulas prefabricadas en la Plaça Jaume I de esta población valenciana desde las pasadas fiestas de Pascua. El traslado de la antigua ubicación a la nueva se hizo aprovechando las vacaciones de Semana Santa y de manera muy diligente, gracias al compromiso del personal docente, de los trabajadores del ayuntamiento y de la propia comunidad escolar.

Sin embargo han pasado ya 70 días y los trabajos de ampliación y mejora del centro escolar siguen sin comenzar. En el sitio oficial en Facebook, el AMPA del Emilio Lluch vierte de cuando en cuando críticas por los múltiples retrasos que ha sufrido esta obra. Primero su adjudicación, luego su concurso público, después el traslado y ahora el inicio de una obra que ya debería estar en marcha. La última información facilitada por el ayuntamiento a Levante-EMV señala que mañana lunes se firma el acta de comienzo de las obras entre la Conselleria de Educación y la constructora. El período de ejecución previsto es de 18 meses. Así que en el mejor de los casos y siempre que todo marche con puntualidad británica el nuevo CEIP Emilio Lluch no estará listo hasta 2018 cuanto menos. Los niños de Nàquera y sus padres se han acostumbrado a vivir con los barracones hasta el punto que desde 2006 y hasta 2016 ya van hasta diez generaciones de pequeños que han pasado toda su etapa educativa de infantil y de primaria en aulas prefabricadas. El (de)mérito es de los gobiernos del PP, de Francesc Camps y de Alberto Fabra, aunque este último fue el único que sí incluyó el centro en un plan especial que ha permitido que hoy la administración heredada por Vicent Marzà esté a punto de remodelarlo.

No hay que olvidar que el CEIP de Nàquera fue licitado antes de las elecciones de mayo de 2015 pero al cambiar el gobierno autonómico sufrió una serie de retrasos derivados de las retitencias que tenía el nuevo ejecutivo de izquierdas sobre las decisiones tomadas por sus predecesores. Hasta su actual emplazamiento provisional, los pequeños han sufrido inundaciones en los días de lluvias torrenciales y altísimas temperaturas, por citar algún ejemplo, que en el primero de los casos obligaba a suspender las clases en varias ocasiones.

Ahora en las instalaciones de Plaça Sant Jaume, el ayuntamiento ha invertido en asfaltar y dotar de servicios básicos a las nuevas aulas prefabricadas hasta que acaben las obras del futuro colegio. En fin, por todo ello, no se puede negar que los niños y los padres de Nàquera tienen más paciencia que el Santo Job. Ahora, ya llevan más de 2 meses esperando que entren las máquinas a trabajar. Parece que la cosa ya va de verdad, por fin, después de una década en precario. Y de promesas.