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Entrevista

José A. Monrabal: "La pasión por los cohetes no es algo racional sino algo emocional"

"En Paterna nos hemos adaptado rápido a los cambios que impuso la normativa europea"

José A. Monrabal: "La pasión por los cohetes no es algo racional sino algo emocional"

Paternero, médico de atención primaria „ejerce de coordinador en el centro de salud de Luis Oliag de Valencia„ y amante de los cohetes y de las manifestaciones culturales del fuego, José Antonio Monrabal «Cotito» afronta su segunda Cordà como «Coeter Major». En sus manos está dar inicio al festejo, decidir cuando se acaba e incluso expulsar a un participante. Ni el alcalde tiene ese día tanto poder en el recinto acotado de la calle Mayor.

¿Cómo recuerda su primera Cordà?

Había vivido desde siempre la Cordà en mi casa y había escuchado muchas veces los consejos del 'iaio'. Pero un día quise vivirla desde dentro. Tenía 17 años y fueron mis amigos los que me ayudaron a vestirme porque mi padre no quería dejarme participar. Me pusieron tanta ropa que iba más protegido que ahora. Aunque iba a mirar, una vez dentro me dijeron: 'xiquet, ahí tens un caixò' y tuve que tirarlo.

Usted asegura que nunca se ha quemado pero en aquella época no se tomaban tantas medidas de seguridad...

En Paterna la seguridad siempre ha estado presente. En la época de mi padre ya se ponían la cazadora de cuero de ir en la Vespa para la Cordà. No había pantalones de cuero pero sí se ponía la gente cuatro o cinco pantalones vaqueros que resistieran el impacto del cohete completamente mojados.

¿Supone mucha responsabilidad ser el Coeter Major de la Cordà más famosa del mundo?

Supone una enorme responsabilidad, sobre todo cuando te lees las funciones que competen al cargo porque todo recae sobre ti. Tienes la responsabilidad de comprobar que las 350 personas que entran están acreditadas y que están en condiciones. El año pasado tuve que expulsar a dos personas que se habían colado sin ropa adecuada. Decides cuando empieza la Cordà y cuando acaba. Eres el responsable de todas las medidas de seguridad. Sólo el ayuntamiento en caso grave puede paralizar la Cordà y nosotros acatarlo pero para lo demás, hasta el alcalde se convierte en un tirador más en el recinto acotado. El año pasado asumí esa función por primera vez y acabé muy cansado. En años anteriores, cuando el anterior «Coeter Major» Pepín Damián ya no podía entrar por su avanzada edad, era una responsabilidad compartida por un grupo. Pero cuando todo recae sobre ti se pasa mucha tensión.

¿Qué tiene el cohete que genera adicción a tanta gente?

Es difícil decir qué tiene el cohete. Es como decir, qué tiene la ópera o cualquier otra gran afición. No es algo racional sino emocional. Si lo pensaras dirías: «¿Qué hago yo aquí?».

¿Cómo ha ido el primer año de «Coeter Major»?

Sobre todo valoro la gran colaboración de la gente contigo y la ayuda que te prestan. La Cordà se hace entre todos aunque a mí me toque dar la cara. Estaré en el cargo tres o seis años, lo que decidan, pero tengo claro que yo no voy a ser Pepín Damián.

¿Es difícil afrontar este cargo después de haberlo ejercido durante décadas una persona del carisma de Pepín Damián?

Comporta una responsabilidad añadida porque la gente siempre tiende a comparar. Gracias a Pepín Damián se ha preservado la Cordà de Paterna y se salvó de los años 80 y 90 cuando desapareció en tantos sitios. Si no fuera por él, los clavarios de turno podrían haber decidido destinar el dinero a otra cosa. A día de hoy, Pepín Damián habla y el resto callamos y no le discutimos. Él se lo ha ganado y el que viene detrás se lo tiene que ganar.

Cuando la Unión Europea endureció la legislación sobre los cohetes en 2007, ¿llegaron a creer que la Cordà desaparecería?

Llegamos a pensar que estaba en riesgo porque en resumen la directiva decía que no se podían fabricar cohetes de trayectoria errática. Afortunadamente también se recogía que se respetarían las tradiciones y esa fue la vía de escape a la que nos aferramos. Todo esto ha tenido un aspecto positivo. La Cordà se ha regulado y, por tanto, ya existe oficialmente, se reconoce y se puede proteger. A cambio, se imponen toda una serie de condiciones que hay que cumplir como tramitación, burocracia y formación para obtener el carnet. En Paterna la gente se ha adaptado pronto a los cambios y sin problemas.

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