Hace más de veinte años, mi padre me encargó que comprase un ovillo de cuerda en la tienda de Rueda. En la calle Cavera de Utiel tenía una añeja cordelería Manuel Rueda Ródenas. La voz templada del dueño, con manchas delatoras en sus dedos, me pidió disculpas por su justificado retraso.

Con palabras sosegadas se excusó varias veces porque estaba embelesado en ultimar su reciente óleo. Creía que Rueda era un comerciante más, y que su fama de artista era reflejo de una simple afición pero lo que realmente pensaba era producto de mi desconocimiento de su extensa obra. Sin darme cuenta, Rueda me invitó por primera vez a observar una parte de sus cuadros que alineados como una galería bohemia disponía un poco desordenados en su estudio. Desde el primer momento me pareció un genio, con esa mirada perdida y esa sonrisa ingeniosa.

Utiel, horas antes de comenzar la feria y fiestas de este año, rindió un emotivo homenaje a un gran artista, un enamorado de su tierra, un auténtico utielano del alma y uno de sus personajes más geniales. En las tres exposiciones que se exponen durante estos días de fiestas utielanas en el salón de cultura, todos podremos disfrutar de las obras de Rueda.

Si contemplamos sus cuadros observamos que Rueda tuvo influencias de Van Gogh, Dalí y Goya. Los óleos destacan por representar ambientes oníricos, esos rostros suspendidos como globos y con miradas inquietantes, y sobre todo esa riqueza de colorido en sus composiciones que nos hacen sumergirnos en un mundo propio de un auténtico genio autodidacta. Recordamos a Manuel Rueda, con sus cabellos recogidos en una castiza coleta, sus inseparables corbatas y en especial esa mirada vaga que, perdida en un mundo imaginario, nos recordaba a menudo a Albert Einstein. A Rueda le preguntaban con frecuencia cómo se inspiraba a la hora de realizar sus geniales óleos. Él siempre respondía que cerraba los ojos y comenzaba a realizar los trazos de acuerdo con lo que le aconsejaba su despierta imaginación.

Rueda, un año después de su fallecimiento, ha recibido un nuevo homenaje, un nuevo reconocimiento, y no será el último de sus paisanos. Como decía el también genial Pablo Ruiz Picasso: «Yo pinto los objetos como los pienso, no como los veo».