Cuando el Ayuntamiento de Picanya encargó a mediados de los años 80 la decoración de uno de sus muros a un artista, al estilo de las creaciones que muestran algunos pueblos franceses, prácticamente ninguna ciudad apostaba por este tipo de arte urbano. La idea surgió entonces del propio alcalde, el socialista Josep Almenar, que dedicaba sus veranos a viajar por distintas ciudades y pueblos europeos, con otros amigos de la comarca, para captar ideas que pudiera importar a un municipio que avanzaba en la democracia y se enfrentaba a distintos retos.

Treinta años después, la población dispone de un interesante catálogo artístico en calles, paredes y medianeras, que se completaba hace pocos días con el mural realizado por el artista italiano Giacomo Pennicchi, afincado en la población, frente a la «escoleta» municipal.

Para elaborar este trabajo, el autor ha aprovechado los surcos y grietas que ha dejado el paso del tiempo, para simular una cortina por la que se asoma un niño. Pennichi ha decorado también una pérgola en uno de los espacios verdes de la población a modo de constelación, que intercala palabras clave de versos de Vicent Andrés Estellés. El «Templet dels Amants» se estrenó hace meses.

De este modo, desde personajes del cómic hasta tradiciones como el Corpus o una partida de «pilota» valenciana aparecen en murales de gran tamaño en diferentes puntos de la población. Esta forma de arte urbano se une a otras medidas que buscan desde hace décadas embellecer el casco urbano como la apuesta por el arbolado „la población tiene unos 20.000 ejemplares en su casco urbano y polígonos„, la creación de bulevares, el aprovechamiento del barranco como corredor verde, las ayudas para pintura de fachadas y otras.

El mural junto a la iglesia

El primero de los trabajos que tuvo Picanya, a mediados de los años 80 del pasado siglo está situado cerca de la iglesia y fue obra de un pintor canadiense. En ese momento la ciudad fue pionera.

En los años 90 llegaron el mural del jardín de Bellavista „un homenaje al mundo del circo realizado, en 1993„ y el de la plaza Baró de Benifaió „en 1995„, ambos elaborados por estudiantes de la facultad de Bellas Artes coordinador por profesores.

Y también de esta época es el mural del edificio «Pau», de enormes dimensiones „nueve metros por 19„ y uno de los más visibles, obra de Mikel Díaz Álava, que integró el paisaje del barranco en el inmueble.

El que representa la fiesta del Corpus y las personas que la mantienen viva («Ecce Homo») así como en de la «Pilota», ambos del pintos local Emilio Quílez, llegaron más tarde. También este artista elaboró en el Depósito de Agua y el de la plaza Manuel Broseta, en este caso con la colaboración de Manuel Landa, que es un homenaje al mundo de la fantasía.

Ahora el consistorio se plantea seguir la colaboración con Giacomo Pennicchi para otros espacios públicos.