­Bétera es el reflejo hoy de una doble realidad urbanística, sociológica y demográfica: el pueblo y las urbanizaciones. La relación política y social entre el casco urbano y los núcleos residenciales del término no está exenta de tensiones por el modo en que se reparten las inversiones entre una y otra zona. El portavoz de Mas Camarena-CUBE, Salvador Beltrán, —partido que tiene 3 concejales sobre 21 en la corporación— defiende que las inversiones «se hacen sistemáticamente en el centro del pueblo y nos olvidan a las urbanizaciones». «Las urbanizaciones de Bétera representan el 40 % de la población y el 50 % de los ingresos por IBI. Las dos de la zona sur, Mas Camarena y Torre en Conill, suponemos el 30 % de la población. Las otras suman el 10 % de la población», remarca.

En el término hay una veintena de urbanizaciones y de diseminados o núcleos residenciales más o menos consolidados. «Muchas no tienen alcantarillado y vierten en pozos ciegos incumpliendo la ley europea», apunta el regidor. «Otras no tienen asfaltado o alumbrado público, y de parques infantiles y espacios públicos ni hablemos», señala.

Dos de los casos más graves con carencias son Camí de Paterna (también llamado Paternero), con 420 viviendas; y Clotxa del Sec, con un centenar de referencias catastrales. El presidente de la AVV del Paternero, Javier Ballester, afirma que carecen «de cualquier tipo de servicio básico, excepto que en 2015 se asfaltaron algunas calles pero estamos muy abandonados pese a que en los años 50 ya había viviendas aquí». No tienen ni alcantarillado ni aceras ni luz. «Hace un par de años no se podía circular con los vehículos y por la noche tienes que salir con una linterna o con chaleco reflectante».

Otro problema es que la urbanización está en una pequeña loma «por lo que numerosas casas están en pendiente y les afloran humedades por las fosas sépticas de los que viven en la parte de arriba». También padecen una inseguridad jurídica: «No podemos vender, no podemos hacer reformas ni segregar porque no nos dan permisos ya que no estamos regularizados pese a pagar el IBI como cualquier otro vecino».

La solución para Ballester, que vive hace 27 años en este lugar, pasa «por que se tramite un plan urbanístico y se nos dote de servicios básicos. El actual equipo de gobierno quiere hacerlo por fases y planea comenzar por el alcantarillado que es lo más urgente porque estamos vertiendo al subsuelo y eso está perseguido por la Unión Europea». La presidenta de la AVV de la Urbanización Clotxa del Sec Loli Aguera también describe un panorama dantesco. «Compré mi parcela en 2003 y entonces ya decían que el PAI era inminente. Han pasado 12 años y seguimos sin alcantarillado, ni electricidad, ni aceras».

«Las calles están intransitables —subraya—, y el otro día, con las lluvias torrenciales, hasta se instaló un pato en uno de los charcos». «Tenemos los coches destrozados porque sufrimos baches de 10 centímetros y una nube de polvo constante que resulta insalubre y se cuela en nuestras casas», indica. Su queja se resume en esta frase: «Nos sentimos abandonados de la mano de Dios, en el ayuntamiento ni los técnicos ni los políticos nos dan soluciones», subraya.

100.000 euros a Mas Camarena

Pero la falta de infraestructuras también afecta a urbanizaciones como Mas Camarena, un enclave donde viven ciudadanos con un alto poder adquisitivo. La diputación acaba de anunciar una inversión de 100.000 euros para construir un pozo de drenaje que absorba el agua que se acumula cuando llueve en la calle principal y que provoca inundaciones de medio metro de altura en el centro comercial, en garajes y viviendas.

Además, se van a pavimentar varios caminos vecinales que van a mejorar los accesos a varias urbanizaciones de Bétera. La presidenta de la Asociación Mas Camarena María Ángeles Sola agradecía esta inversión a la diputación y a la alcaldesa, pues sufren este problema de las inundaciones desde hace mucho tiempo.