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Una artista que cruzó el Atlántico

Evocando a Carmen Navarro «La Morena»

La famosa 'cantaora' de Silla que triunfó en Latinoamérica en los años 50 y 60 del pasado siglo y fue uno de los mitos de la época ha fallecido recientemente

Evocando a Carmen Navarro «La Morena»

Sin lugar a dudas, Carmen Navarro Lahoz ha sido la artista más popular que ha tenido la población de Silla. Nació al seno de una familia humilde en una barraca de la calle del Perol (Caridad), una condición que siempre recordó orgullosamente y que, de alguna manera, justificaría las ansias de superación que definieron su exitosa carrera. Era aficionada a cantar copla española durante el trabajo y destacaba tanto, que Don Plàcido, el propietario de la fábrica el Molí de les Xiques, costeó los gastos de una academia de canto para que pudiera perfeccionar aquella voz potente y armoniosa.

Carmen participa en todos los concursos de radio: «Fiesta en el aire» y «Decida Usted», entre otros, donde fue nombrada «Campeona de Campeones», lo que le hizo tomar conciencia de sus posibilidades, puesto que era el galardón más alto que en el entorno de Valencia podía conseguir. Tras dos años de haber forjado un nombre, con la preparación técnica suficiente y el carnet de artista profesional, pese a las reticencias de sus padres, al cumplir la mayoría de edad marchó a Barcelona con un primer contrato para actuar la sala Folies y en el Teatro Romea. Y una vez más, la suerte se le manifiesta en forma de empresario influyente, el gerente de la cadena Plaza, con muy buena relación con una compañía artística venezolana, le propuso una gira por el continente americano.

El año 1954 embarcó destino a Venezuela con su representante Amalia Tortosa. En Caracas actuó en la radio y la televisión con Tito Guizar, la primera figura, batiendo récords de audiencia. También triunfó en el complejo de Coney Island. Recibió de la prensa numerosos elogios tanto en este país como en Colombia.

Carmen anunció su visita a Silla para las navidades de 1956 y centenares de vecinos acudieron a recibirla, a aplaudirla y a lanzarle piropos: «¡¡Guapa, guapa!! ¡¡Viva la Morena!!» Los guardias municipales abrieron paso y el vehículo se puso en marcha lentamente. La gente corría detrás y las campanas empezaron a voltear cuando la comitiva se detuvo a la puerta de la iglesia, porque Carmen quería dar gracias al Cristo. Pero la emoción se desbordó en la calle del Perol, donde la esperaban todos sus vecinos con una pancarta que colgaron a la puerta de su nueva casa, desde la que salió a saludar tres veces llorando de emoción. El sábado siguiente, en el Teatro Constancia le prepararon un homenaje, que aprovechó a beneficio de los pobres, en el que se recaudaron 9.000 pesetas, una fórmula que utilizaría muchas veces después como una iniciativa a fabor de la Fundación Contra la Parálisis Infantil, el regalo de un clarinete a un brillante educando de la banda de Silla que no lo podía adquirir o la subasta de su coche y algunas joyas para los damnificados de la riada de 1957.

Su éxito era espectacular: Homenajes, grabaciones de discos, entrevistas, noticias de prensa, saques de honor en Mestalla... Todo esto se repetía cada vez que Carmen volvía a su querida Valencia, rodeada de autoridades, admiradores y curiosos.

A su vuelta a América mantuvo una frenética dinámica de trabajo en Cuba, Miami, Los Ángeles, Las Vegas, Chicago, Nueva York, Puerto Rico, México, Argentina o Bogotá con su repertorio de copla, zambra y folclore, dejando para el final el detalle valenciano con un decorado alusivo a la barraca y el naranjo, mientras ella, vestida de labradora cantaba el pasodoble «Valencia» de Padilla, o la «Maredeueta» que hacía poner al público en pie. En 1960 inició la gira europea y actuó en Dusseldorf, Lucerna, Paris, Venecia y Milán con la orquesta Solera.

En aquella época, Carmen se relacionaba con una élite de admiradores famosos, embajadores, políticos, artistas, compositores y grandes empresarios, tal como demuestran sus álbumes de fotos y los recortes de prensa. Aparece junto a Lorenzo González, Magdalena Muñoz, Pedro Vargas, Carmen Sevilla, Juanita Reina, Juanito Valderrama, Miguel de Molina, Mari Sampere, Manolo Escobar, Antonio Machín, Perez Prado, Jorge Negrete, etc., inaugurando conservatorios o animando a los enfermos de un hospital.

Tuvo infinidad de pretendientes, pero permaneció soltera, ya que su vida estaba plenamente dedicada al trabajo. Esta apoteosis duró más de 20 años, hasta que fue reduciendo las actuaciones dejando atrás un legado de 24 discos grabados, tres apariciones en películas, 52 premios y varias distinciones honoríficas.

Retirada de la música regresó a España, donde compartía vivienda entre Valencia y Barcelona, pero de cuando en cuando viajaba a Caracas, aunque decía que, donde más a gusto se encontraba era «parlant en valencià» con su gente y en el corral de su casa. El año 2001, en reconocimiento a su brillante trayectoria, el Ayuntamiento de Silla le otorga el Porrot d'Honor a la actividad artística, y también dedica una calle a su nombre.

Carmen Navarro falleció el 27 de septiembre a los 84 años, y tenóa previsto que se le enterrara en su pueblo natal junto a sus padres y su hermano en el panteón familiar que ella mandó construir. Su entierro fue discreto y emotivo.

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