La ausencia de incidentes en el programa taurino de las fiestas patronales de la Soledad de Nules fue la tónica dominante justo hasta su clausura, cuando minutos después de embolar al último toro, el animal cayó desplomado en el suelo, falleciendo en la plaza ante cientos de testigos.

La comisión de voluntarios taurinos reaccionó rápidamente, tapando al animal de la ganadería de José García Guillén con un toldo para evitar que los aficionados presentes vieran al astado en ese estado, aunque nada pudo hacerse para ocultar el hecho.

Algunas personas presentes aseguran que al astado le fallaban las patas delanteras, de hecho, fue las que dobló en primer lugar antes de caer al suelo sin vida, en principio por un posible paro cardíaco, según apuntó el alcalde de la localidad, David García, que añadió: « son cosas que a veces pasan».

Los hechos se produjeron poco después de la embolada, sobre las 23.40 horas. Se cortó la cuerda que le retenía en el pilón y el toro, de nombre Escopeta, llegó a correr por la calle Mayor tras los aficionados, hasta que minutos después volvió a la plaza, donde mostró cierta debilidad antes de su caída fulminante.

Según confirmó ayer el alcalde, en el momento en que se comprobó que el animal había fallecido «se activó el protocolo de actuación para estos casos». García explicó que «por fortuna el toro cayó en la parte de la plaza más próxima a los toriles» y la comisión taurina lo retiró manualmente y gestionó los restos según el reglamento.

A pesar de este incidente, el ayuntamiento decidió que la fiesta podía continuar y el alcalde, el director taurino y el presidente de la Comissió del Bou permitieron embolar el toro que se exhibió por la tarde. García defendió que «era el último día de fiestas y la gente tenía ganas de embolà». Además, el edil apuntó que no había impedimentos legales, dado que los seguros y documentación administrativa necesaria para autorizar los festejos taurinos «recoge que íbamos a exhibir dos toros, pero no cuál se iba a embolar», la única limitación era que a las 00.30 horas el festejo debía finalizar. «La decisión fue acertada», según García, porque «fue la mejor embolada de las fiestas».