Un viaje al interior de cada uno para aprender a controlar mejor la enfermedad con ayuda de la musicoterapia y ser parte activa de la recuperación. Ésta es la sugerente propuesta en la que se han embarcado 13 pacientes del Hospital de Sagunt y 12 del Hospital General de Valencia aquejados de colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn, dos patologías que suelen diagnosticarse a edades tempranas y alterar la calidad de vida a todos los niveles.
Todos han decidido participar de forma voluntaria en un novedoso estudio que pretende confirmar si la musicoterapia puede complementar el tratamiento convencional y reducir su estrés crónico.
La iniciativa surgió cuando un musicoterapeuta profesional y director del Máster en Musicoterapia de la Universidad Católica de Valencia, Alex March, impulsó esta experiencia de cara a su tesis doctoral y encontró una excelente acogida tanto del doctor José Mª Huguet, de la Unidad de Patología Digestiva del Hospital General, como de la Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal del Hospital de Sagunt. «Creo que puede resultar de gran ayuda a unas personas que tienen muchas limitaciones para hacer una vida normal. Algunos, cuando salen, deben estar pendientes de ir a sitios con un baño cerca. Es una gran fuente de estrés», explicaba a Levante-EMV el experto en esta disciplina que triunfa en países como Austria pero que, como reconocía, aún es muy desconocida en España.
La idea sedujo a los especialistas pues, como apuntaba uno de los Digestivos del Hospital de Sagunt, Xavi Cortés, «es duro para una persona joven que le diagnostiquen una enfermedad crónica como éstas, con sangrados cada vez que vas al baño o cosas así. Una terapia que ayude con el estrés y a mejorar el estado de ánimo siempre será buena», decía además de resaltar el inmediato apoyo de la dirección médica del centro y del consistorio,que les ha cedido una sala.
La experiencia se inició en Sagunt a finales de septiembre con la misma pauta seguida en Valencia: Hacer 8 sesiones de dos horas de duración cada una, con grupos de entre 4 y 8 personas, durante dos meses. El hecho de incluir una charla previa donde cada uno habla de cómo se ha sentido esa semana sonó al principio difícil e incómodo para muchos, como reconocieron algunos asistentes a este diario. Sin embargo, tres semanas después, admitían haberse sorprendido. «Tenemos patrones de conducta, preocupaciones e incluso vivencias parecidas», decían. Además, reconocían que el compartir experiencias les está siendo «sanador y enriquecedor».
Tras estas charlas y después de fijar un tema, se da espacio para una relajación que incluye luego una música «acorde y propicia para que cada uno deje volar su imaginación», aseguraba Alex. Después, a veces dibujan y luego hay puestas en común donde, como explicaban varias pacientes, «salen temas de tu pasado que creías superados pero que en realidad no habías solucionado».
Aunque aún es pronto, las pacientes consultadas por este rotativo ya valoraban la experiencia de forma muy positiva tras asistir a sólo tres sesiones. «Nadie me había dicho que debía controlar el estrés, aunque esto no sólo es relajación. Aprendes a tomar conciencia de lo que te hace sentir bien y lo que no», apuntaba Mar. «Nunca había hecho terapia, ni pensaba que la podía necesitar. Y menos, de grupo. Pero estoy contenta», decía Carmen. «He hecho mucha meditación y yoga, pero eso va más allá. Se debería incorporar al tratamiento desde el minuto cero», resumía Isabel. Aún así, habrá que esperar unos meses para conocer las conclusiones de un estudio donde no faltan s análisis a nivel bioquímico de saliva y cabello, que determinarán la evolución del cortisol „hormona ligada al estrés„ y de la IgA, un anticuerpo vinculado al sistema inmunitario.
