La solemne procesión de la puríssima fue ayer el acto central de las fiestas de Ontinyent, ciudad que profesa un acentuado fervor hacia la Inmaculada Concepción. La parte más religiosa y la cívica se fundieron en una, a través de un desfile en el que primero partieron los gegants i cabets seguidos de los bailes procesionales, para dar paso luego a la salida de la Cruz alzada. La fiesta goza este año de una especial relevancia puesto que la Generalitat ha distinguido el tres veces centenario Cant dels Angelets como Bien de Relevancia Local dentro del catálogo de tradiciones valencianas que hay que preservar y potenciar.