Rafel Montaner, Valencia

El primer ministro británico Winston Churchill tuvo a sueldo a 30 generales franquistas entre 1940 y 1943, a los que sobornó con 13 millones de dólares de la época para que se opusieran a la entrada de España en la II Guerra Mundial y se sublevaran contra Franco si finalmente no lograban convencerlo de que era un error combatir al lado de Hitler. Así lo cuenta el historiador Pere Ferrer en su libro Juan March: El hombre más misterioso del mundo que acaba de publicar Ediciones B.

Ferrer cuenta que la pieza clave de esta operación de los servicios secretos del Reino Unido, bautizada como La caballería de San Jorge, fue el banquero mallorquín Juan March, a quien recurrió el espionaje británico como intermediario. En el eje de esta millonaria operación de corrupción del generalato franquista estaba el entonces capitán general de Valencia, el general Antonio Aranda, «el oficial destinado a encabezar un golpe de Estado contra Franco» en caso de que España abandonara su neutralidad, explica Ferrer en su obra.

El general Aranda, quien al frente del Cuerpo de Ejército de Galicia había liberado Valencia y Castelló del Terror Rojo, el hombre que llegó a tener una calle en todos los municipios de la Comunitat Valenciana durante la posguerra, «podría haber recibido por sus servicios dos millones de dólares», según cuenta Ferrer, que cita fuentes británicas.

Esos dos millones de dólares, que traducidos a pesetas de 1940 suman un total de 25,12 millones, eran una inmensa fortuna en aquella España de cartillas de racionamiento y estraperlo en la que el salario medio mensual no llegaba a las 150 pesetas. Esa cantidad, en euros de hoy en día , superaría los 15 millones.

«Todo hombre tiene un precio»

El historiador relata que los generales franquistas «estaban descontentos con el sueldo que cobraban, unas 5.000 pesetas mensuales», a las que cabía añadir toda una serie de privilegios y servicios gratuitos inherentes a tan alta graduación.

March, que había logrado amasar una gran fortuna gracias al contrabando de tabaco durante la I Guerra Mundial, conocía bien a la cúpula franquista, de hecho ya había financiado el golpe del 18 de julio contra la República. El banquero, que según narra Ferrer era «un maestro de doblegar voluntades a través del soborno», estaba convencido de que los generales no le harían ascos al «complemento salarial» ofrecido por Churchill. «Más de una vez se le oyó decir (a March): ´Todo hombre tiene un precio, y si no lo tiene es que no lo vale´»

Londres destinó 13 millones de dólares (163,3 millones de pesetas de 1940) a la compra de voluntades entre «quienes se creían los salvadores de España», detalla Ferrer, quien añade que aún se desconoce que parte de este dineral se quedó el hombre más misterioso del mundo.