Europa Press/R. Laguna, Valencia

"Salía porquería a borbotones", declaró un vecino de Alpuente. Su alcaldesa, con semblante serio, seguía el curso del juicio en el que se la acusaba de contaminar el Tuéjar con los vertidos de las cloacas. El curso de su río era más difícil de seguir tras el estudio realizado por el perito judicial de ecotoxicología en el que se desvelaba el "severo desequilibrio par ala flora y la fauna naturales". En su descargo, la alcaldesa, Amparo Rodríguez, sólo acertó a decir ante el juez de lo penal número 12 de Valencia que los vertidos eran normales y que pagaban el canon.

El fiscal de medio ambiente, Vicente Torres, solicitó durante el juicio que se condene a la alcaldesa Amparo Rodríguez y al gerente de la empresa encargada de controlar los residuos, Egevasa, a una pena de dos años y tres meses de cárcel por un delito contra el medio ambiente, al permitir "vertidos no autorizados de aguas residuales" procedentes de la pedanía La Eras del Obispo Hernández que iban a desembocar al río Tuéjar por el barranco de El Reguero. También exige que la alcaldesa y el gerente, Isidoro S. S., reponga a la situación del barranco a su estado inicial, con responsabilidad subsidiaria del ayuntamiento y de Egevasa.

La alcaldesa aseguró que era "consciente de los vertidos", aunque éstos "eran normales". Y añadió que se solicitó una autorización a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), pero "nunca se contestó". Amparo Rodríguez, que lleva en la alcaldía desde 1999 hasta la presente legislatura, aseguró ser "consciente de estos vertidos", que calificó de "normales". Y añadió que el consistorio había pedido autorización a la CHJ y que nunca recibió ninguna contestación, con lo que el ayuntamiento se limitó a pagar el canon por vertidos.

En 2005, un vecino presentó una denuncia ante el servicio del Seprona de la Guardia Civil porque justo debajo de su casa, ubicada en la pedanía, hay una fosa séptica de la que "salía porquería a borbotones". Ello les obligaba a cerrar ventanas y puertas cuando estaban en casa porque "no se podía ni respirar".

Esta fosa, según declaró el vecino ayer en el juicio, provocaba la aparición de olores y mosquitos en verano. Y añadió que lo denunció en el ayuntamiento, pero no se hizo nada y, sólo "de vez en cuando", pasaba alguien por el lugar.

En este sentido, la alcaldesa había manifestado previamente la depuradora era gestionada por una empresa externa, contratada por la Diputación, y que nunca le enseñó los análisis del agua. Tan sólo, agregó, en una ocasión le llevaron unas fotografías en la que aparecían algunos objetos. Respecto al desbordamiento de la balsa, señaló que "a lo mejor se daba porque no se sacaba la suciedad con la suficiente frecuencia o por el mal uso que hacían de ella los vecinos". De todas formas, subrayó que ella nunca tuvo constancia "de estos extremos".

Por su parte, el entonces director adjunto de la empresa que gestionaba la depuradora, indicó que no conocía la existencia de esta balsa ni la relación que tenía Egevasa con el Ayuntamiento, ya que sólo se ocupaba de temas financieros y contables.

Por último, un guardia civil que inspeccionó el lugar tras la denuncia del vecino, confirmó ayer que la fosa séptica se desbordaba e iba a parar al río Tuéjar tras pasar por el barranco, y que tenía "trapos y porquería".

Desequilibrio del ecosistema

El informe del Seprona que recoge el fiscal señala que los vertidos producían un "severo desequilibrio sobre el ecosistema, dado que eliminaban las condiciones requeridas para el desarrollo de la flora y fauna naturales del barranco en pro del desarrollo de organismos adaptados a la pervivencia en estos medios". Y añadía que "fomentaban el desarrollo de plagas y vectores de enfermedades propios de estos medios, en los que se combina la estanqueidad de las aguas con la presencia de una elevada concentración de materia orgánica en descomposición".

El perito judicial y ecotoxicólogo del Instituto de Medicina Legal de Valencia, Luis Burillo, confirmó el deplorable estado de las aguas y la ausencia de peces. Mientras que los peritos presentados por las defensas -ejercidas por Vicente Grima y Virgilio Latorre-, manifestaron que no podía haber vida piscícola en un río en el que no hay peces y en el que cuando se hicieron los análisis había ranas y renacuajos.