Rafael Cebrián Gimeno*

El 8 de agosto de 1792 nuestro ilustrado botánico Cavanilles subió a la cumbre de Benicadell. Del relato de esta ascensión, recogido en el admirable compendio de las Observaciones, entresaco algunos párrafos descriptivos, emotiva expresión literaria de su estilo y sensibilidad de naturalista: "...Para examinar el monte y subir su empinada cumbre escogí el 8 de agosto, quando ni había nubes, ni aquellas nieblas que con freqüencia lo rodean, é inutilizan el viage...Dos horas empleé en llegar a lo más alto, subiendo casi siempre por repechos y escalones....A medida que es mayor la altura disminuye el diámetro del monte. Es más fácil sentir que explicar la sensación gustosa que excitan a un mismo tiempo la multitud y variedad de objetos que se presentan...".

Esta reseña muy bien se podría consignar como la entrada de esta montaña en la historia del excursionismo, como ejemplo de un relato vivido, el conocimiento de la propia tierra, la enseñanza que nos llega de andar y ver, y las emociones que despierta, sentimientos que han magnificado la figura viajera de Cavanilles como referente de nuestro excursionismo.

En etapas más recientes, otros viajeros visitan la montaña, de los que es necesario recordar a Sarthou Carreres, el pintor Segrelles y Emili Beut y otros. Benicadell tuvo especial significado como hito geográfico e identidad territorial para las comarcas de su entorno y su protagonismo en La Renaixença, movimiento sociocultural nacido del Romanticismo y que movilizó el sentimiento de la propia tierra, de la naturaleza idealizada y de sus paisajes como valor social colectivo.

El Benicadell es un santuario botánico. De hecho, el elegante filo de su cresta cimera define la alineación de la sierra, divisoria natural entre las comarcas del Comtat y de La Vall d´Albaida y artificial frontera provincial con Alicante, destacando nítidamente en el paisaje con sus abruptas laderas sobre amplios valles abiertos al pie de sus vertientes, tierras agrícolas, coloristas y cautivadores paisajes humanizados dibujados por la historia del hombre sobre la tierra. Benicadell es una de nuestras montañas reconocibles a distancia y por sus distintas vertientes, visible su vigorosa silueta con fuerza en el paisaje.

La disposición de barrera de la sierra, de orientación aproximadamente poniente-oriente deja contrapuestas vertientes en su exposición solar, solana y umbría, factores que, con el relieve y la altura, diversifican los ecosistemas en espacios vegetales considerados como una de las reservas de la biodiversidad mediterránea más importantes de nuestra Comunidad, un santuario botánico que hay que percibir con todos los sentidos.

A salvo del acoso depredador de las urbanizaciones, Benicadell reposa de la secular presión antrópica y rehace su cubierta vegetal tras los incendios de décadas atrás. En la actualidad, la sierra en sus dos vertientes ostenta la merecida consideración de Paisaje Protegido, titulado por la Generalitat.

La historia hecha literatura

Al parecer, el nombre de la sierra tiene su origen en la denominación mantenida por los mozárabes de Peña Cadiella, topónimo anterior a la conquista islámica. Así, al menos, consta en el Cantar del Mio Cid: ...Ganaron Peña Cadiella/ las salidas e las entradas...En "La España del Cid" de Menéndez Pidal, el ilustre historiador certifica como cierta la cita del cantar e interpreta Benicadell como la deformación arabizada de Cadiella. Al pie de la sierra, entre los términos de Otos y Beniatjar, yacen los escasos restos del castillo de Carbonera, de origen califal y que algunos historiadores identifican con el que fortificó el Cid en el año 1092. Leyenda y realidad evocan en el poema épico del Cantar la figura legendaria del Cid unida a la montaña y certificada por la historia.

No se puede terminar estos breves apuntes sin citar algunos relevantes testimonios patrimoniales de la sierra: la cova de l´Or, el más importante yacimiento del Neolítico Valenciano; las pinturas rupestres del barranc de la Carbonera; torres y castillos de origen islámico; las neveras, en especial la de la cima; los caminos, abancalamientos, casas, aljibes, fuentes...La profunda huella, en suma, del milenario paso del hombre por estas tierras.

* Centre Excursionista de València