Alfons Garcia, Valencia

La Diputación de Castelló ha editado un libro del coronel José Luis Lapeña Carrasco (1929-2005) que cuestiona que el levantamiento de 1936 fuera un golpe militar y justifica las actuaciones de Francisco Franco que dieron lugar a la Guerra Civil. Franco, escribe el oficial, colaboró a partir del 18 de julio de 1936 con las demás fuerzas sublevadas "con el fin de dar a España un régimen de justicia, paz, orden y armonía para todos los españoles".

La obra fue presentada por el vicepresidente y diputado de Cultura, Miguel Ángel Mulet, durante la Feria del Libro de Castelló, en mayo de 2008, pero pasó sin pena ni gloria. El documento contiene, sin embargo, afirmaciones que pueden ser muy polémicas y que chocan con la historiografía establecida.

El libro, que se llama "España, sueño imposible", sostiene que la guerra no fue "un golpe militar al estilo de los del siglo XIX", sino que se trató un conflicto entre dos partes "con ideas distintas e irreconciliables". En la zona "nacional", prevaleció "la visión del mundo de la clase media española, con sus valores y con sus defectos"; en la "republicana" -nótese la diferencia en los juicios-, se intentó "de cara al exterior disimular una mercancía anarquista, sindicalista o comunista, claramente proletaria, con la bandera de un liberalismo burgués, tranquilo y europeo, que conseguirá engañar durante algún tiempo a muchos ingenuos".

Así, mientras "la conciencia religiosa" dio "razón y sentido a toda una generación de jóvenes" que fueron "a la muerte alegremente por su fe" (los franquistas), la "exaltación revolucionaria" produjo en el otro bando "un espíritu de lucha y una tenacidad dignos de mejor causa".

El "golpe" del Frente Popular

Si el alzamiento "nacional" no fue un golpe militar, según Lapeña, sí que lo fue, en cambio, lo que se produjo tras la victoria del Frente Popular en las elecciones del 16 de febrero de 1936. Este triunfo "había dado a trabajadores, parados y revolucionarios, una patente de impunidad alejada de todo principio de orden y autoridad". El Gobierno salido de las urnas, insiste, no hizo "otra cosa que ceder constantemente, ante el empuje revolucionario", que quiso "imponerse y dominar toda España". "Era un auténtico golpe de Estado" que tenía como modelo la revolución rusa.

La tesis del coronel es contraponer un intento de rebelión de corte bolchevique manejada desde Moscú -"la URSS actuaba en España como si esta fuese una República Socialista Soviética más", dice- con la resistencia de las clases medias españolas contra el comunismo y a favor del catolicismo.

El autor subraya así el apoyo de Pío XI al "Movimiento Nacional" y la declaración del cardenal primado de Toledo, Isidro Gomá: "Debe reconocerse que la guerra de España es una verdadera cruzada en pro de la religión católica". Lapeña asegura que "el Generalísimo aceptaba las sugerencias en materia de religión porque el pueblo español se lo pedía". Y añade que, después de las preocupaciones en la Iglesia por el "totalitarismo nazi", Franco contestó a Gomá que "jamás permitiría la extensión del racismo hitleriano en España".

Lapeña sostiene en el epílogo que los países europeos acabaron reconociendo esta visión sobre la guerra: "Desenmascarada Rusia, las potencias occidentales acabarán reconociendo el esfuerzo de España frente al comunismo, cuya verdadera fisonomía llegarán a descubrir después de la Guerra de Vietnam".

La obra recorre la historia en busca de "los rasgos esenciales del "homo hispanicus"", pero Lapeña, como subraya Fabra en las páginas de presentación, se explaya en los momentos más cercanos dado su "gran conocimiento de causa".

El "Jefe" de un ejército "único"

Así, dice de Franco que, pese a no existir una unidad política en la zona "nacional", él "era el Jefe que ganaría la guerra, como mejor militar". Los distintos grupos de este bando, añade, se unieron en "una alianza asombrosa que supo llevar a la victoria a un ejército único y eficaz". Las tesis de Lapeña se inscriben en la línea revisionista abierta por autores como Stanley G. Payne, Pío Moa y César Vidal desde finales de los noventa, momento que coincide con la redacción del libro del militar de Castelló (1998).