Alfons Garcia, Valencia

Pasaban las 13.00 horas, había acabado la ceremonia de toma de posesión del nuevo arzobispo, Carlos Osoro, y Rafael Sanus era el único prelado que, de pie, con la mitra en la cabeza, continuaba al pie del altar. Su presencia no pasaba desapercibida y alguno de los asistentes, extrañado, lo hizo notar. Al final, después de varios minutos de espera, se resolvió el misterio. Tras saludar a las autoridades y decenas de fieles, Osoro regresó al altar y se fundió en un abrazo de más de un minuto de duración con el obispo valenciano, durante el cual intercambiaron palabras de afecto, según se pudo ver de cerca.

¿Quién es Sanus?, se preguntarán los más jóvenes o recién llegados. Pues es el sacerdote que en el año 2000, siendo obispo auxiliar de Valencia, puso en los mayores aprietos a Agustín García-Gasco al presentar su renuncia al cargo por "las diferencias" con su superior, como reconoció públicamente. Sanus, que fue director del seminario y había ejercido las funciones de arzobispo tras la muerte de Miguel Roca, era el gran referente del clero valenciano y estaba cansado de trasladar sus quejas y lamentos a García-Gasco, con cuyo entorno chocó pronto. Desde la dimisión, Sanus (Alcoi, 1931) se ha mantenido en un más que discreto papel como obispo emérito, una parte por voluntad propia y también por apartamiento desde el Palacio Arzobispal. Sanus había mantenido una buena relación con Osoro cuando coincidieron en la Conferencia Episcopal antes de su renuncia. Pero desde entonces no se habían visto. Hasta ayer.

"Estoy contento, empieza muy bien"

Rafael Sanus se revistió sólo en la Catedral para la ceremonia, antes de la cual no había visto todavía a Carlos Osoro, así que no se esperaba lo que iba a pasar. "Me lo ha pedido él, quería saludarme y me he esperado", explicó el prelado valenciano a Levante-EMV después del comentado abrazo público. "Ha estado muy cariñoso y muy efusivo. Lo conocía y sabía que era muy amable", aseveró.

Sanus no ocultaba ayer su alegría. "Estoy muy contento; ha estado muy bien", afirmaba sobre la homilía de Osoro, de la que le había sorprendido el importante uso del valenciano, que "no se ha quedado en un saludo". Desde su retiro, el viejo obispo valenciano tiene esperanzas de cambio. "El comienzo ha sido muy bueno", sentenció.