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"La empresa tal me debe un millón. Si no paga, habrá que ver qué hacemos". O bien: "Eso que tenemos entre manos, ¿como está?" En el primer caso la deuda era al ayuntamiento y no al bolsillo del alcalde; en el segundo, se trataba de una comida o del regalo (¡ay!) a un amigo. Son dos ejemplos puestos ayer por dirigentes del PP como muestra de que comentarios intrascendentes, transcritos en un papel y perdido el contexto (el tono de la conversación), convierten al protagonista en un chorizo en potencia. Sea por esto -quien lo dijo es un responsable del PP con muchos trienios a sus espaldas y sin una mancha en su gestión- o por razones menos inocentes, lo cierto es que los populares han cambiado sus hábitos al hablar por teléfono.

Es un fenómeno que ya se venía produciendo en los últimos tiempos pero el remate, confiesan, ha sido el caso Gürtel. "Le hemos cogido miedo a este tipo de medios. ¿Quién sabe si te van a estar grabando por otro tema que tú desconoces y en el que no tienes nada que ver o, peor aún, de forma ilegal sin autorización judicial?", explica un responsable del PP, que reconoce que ahora se expresan "con prevención y con precaución". De hecho, es algo que han comentado en privado los responsables populares, apunta.

"El problema de las grabaciones es que una cosa es la espontaneidad del momento pero cuando te lo ponen por escrito, es criminal; la literalidad puede dar una impresión totalmente diferente de lo que puede ser una broma". De modo que ahora se esfuerzan en "medir, aquilatar muy bien lo que dices, no dejar nada opaco y, desde luego, olvidarte de cualquier familiaridad". Vamos, que se han acabado los "amiguitos del alma", como hace años Felipe González fue "el 'One', el 'Dios'", en una grabación ilegal difundida por los medios. Los apodos, sobre todo al jefe, se han acabado por el móvil.

No sólo eso sino que ahora se ha llegado ya a la fase de cortar la conversación. "Te llama alguien sobre un expediente y te propone llegar a un acuerdo. 'Mira, perdona, ven al despacho y ya hablamos, en fin, si puede ser con los funcionarios delante, porque si no, esto luego puede ser fatal", reconoce un alto cargo popular.

Costa elude aclarar si hay barridos

La inquietud se ha instalado también en las altas esferas. Tras estallar el caso del espionaje en Madrid, el PP contrató a una empresa para que realizara un barrido a la caza de posibles micrófonos ocultos en la sede central de la calle Génova, 13. Una iniciativa que cobra más sentido ante la denuncia de supuestas escuchas. El PPCV, por boca de su secretario general, Ricardo Costa, no aclaró ayer si en algún momento se han revisado las instalaciones en la calle Quart para rastrear igualmente la existencia de posibles micrófonos. Preguntado al respecto, Costa eludió ofrecer una respuesta clara y sugirió que se trataba de una hipótesis de ciencia ficción.

Escuchan los móviles a distancia

Los sindicatos policiales SUP, CEP y SPP han negado la participación de cualquiera de los agentes en escuchas telefónicas ilegales. El secretario general del Sindicato Unificado de Policía (SUP), José Manuel Sánchez Fornet, no descarta que Cospedal se esté refiriendo a "los nuevos elementos tecnológicos de los que disponen los Cuerpos de Seguridad (Policía, Guardia Civil o CNI) que les permiten interceptar y escuchar las conversaciones que se emiten desde los móviles sin dejar ningún rastro. Eso pasa, hay una falta absoluta de control y nosotros apoyaremos que eso se regule" , añadió. El portavoz del SUP afirma que "algún indicio tiene que tener cuando lo dice", aunque ha insistido en que los agentes de la Policía no intervienen ningún teléfono sin autorización judicial.

La Confederación Española de Policía, a través de Lorenzo Nebrera, cree que si la dirigente del PP no denuncia esos posibles delitos en los tribunales, "lo que está haciendo es sembrar de dudas la labor de más de 61.000 funcionarios de Policía".