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El blanqueado de los muros interiores de la iglesia de la cartuja del Puig causó al arquitecto director de los trabajos de restauración, Salvador Vila, la misma sorpresa que a los expertos que en los últimos meses han criticado la intervención. De hecho, el técnico asegura que la decisión no le fue consultada previamente sino que se tomó "de forma unilateral" por la empresa que tiene contratado el recinto para organizar banquetes y fiestas.

Según informa Vila, esta firma, que arrenda a los propietarios parte de las instalaciones, decidió el año pasado "adecentar" el interior de la iglesia, para disponer de un espacio donde trasladar sus banquetes de los jardines "si algún día se ponía a llover". La empresa buscaba tener un lugar a cubierto en el que colocar mesas y sillas si el mal tiempo sorprendía la celebración.

Un aspecto "más aseado"

De este modo y siempre según el testimonio de Vila, la firma pensó que, al encalar las paredes, se ofrecía un aspecto "más aseado" para los invitados y no tuvo en consideración que la cartuja del Puig es un Bien de Interés Cultural y cualquier intervención ha de estar incluida en el plan director y contar con el permiso de la dirección general de Patrimonio.

Tampoco la empresa realizó una consulta al arquitecto restaurador; simplemente pintó de blanco los muros. Vila afirma que cuando visitó el recinto y vio el resultado se llevó una "desagradable sorpresa". "Yo nunca lo hubiera autorizado; tal vez por eso no me consultaron pero, en cualquier caso, no se trata de una rehabilitación", matiza.

Con todo, el técnico considera que "no se ha agredido" el monumento porque "la pintura que había, si bien era del mismo color, no era tampoco la original". En las catas que se han realizado en los muros se detectó que hay tres capas de pintura. "Así que el día que realmente se tenga que restaurar esa iglesia, dará igual quitar tres que cuatro capas", señala.

Respecto a la otra denuncia que en los últimos tiempos se ha realizado de las obras en la cartuja, el recrecimiento del techo de la celda prioral, Vila confirma que es cierta. Según explica, toda la cartuja está hecha de tapial de tierra y la cubierta estaba "tan deteriorada" que al restaurarla "fue absolutamente necesario construir un zuncho perimetral de 50 centímetros de altura para colocar la fábrica de tapial". El arquitecto asegura que la obra se recogía en el plan director, de 1997, y obtuvo el visto bueno de la Conselleria de Cultura. Esta solución, cuestionada por algunos expertos, se ha aplicado al resto de celdas.

La denuncia de un profesor y sus alumnos

El caso de la cartuja Ara Christi del Puig se remonta al pasado otoño, cuando el profesor de la Universitat Albert Ferrer y 30 alumnos visitaron la iglesia. Tras observar que había sido blanqueada, interpusieron una denuncia en la dirección general de Patrimonio. A lo largo de los meses, se han sumado a su protesta desde estudiosos del patrimonio de l'Horta Nord, hasta el centro de estudios comarcales, entidades vinculadas a la defensa de otras cartujas y expertos europeos. La última adhesión se producía hace unos días por parte de la Federación de Centres d'Estudis d'Investigació Comarcals. Meses después de la primera denuncia, Patrimonio envió una inspección a la cartuja y el informe que emitieron los técnicos concluyó que la actuación no era "incorrecta" ya que el material utilizado era completamente reversible. Con todo, Ferrer y sus alumnos opinan que se ha vulnerado la Ley de Patrimonio y han anunciado nuevas acciones para lograr que se revierta la intervención que se rea