El empeño en querer volar nació en Juan Olivert desde muy pequeño. Era su mayor deseo y le valió la desaprobación de su familia y el no encajar en la Cullera rural de principios del siglo XX.

Olivert nació en 1888 en el seno de una familia acomodada. Su padre, Juan Bautista Olivert, regentaba una tienda llamada El Comercio del Globo. Para investigadores como Rafael Solaz, el nombre de este negocio influyó en que Olivert soñara desde pequeño con alcanzar el cielo. A Santiago Renard, sobrino-nieto de Olivert, le han contado como su tío siempre hablaba de su proyecto de volar en casa, en el casino, ... De ahí surgió el mote de el voladoret que, según Renard, era un apodo despectivo con el que los vecinos de Cullera "se tomaban a guasa" las ideas de Olivert.

Pero el joven no desistió y se fue a estudiar a Barcelona Ingeniería Industrial. Allí conoció al que sería el ingeniero del primer avión que alzó el vuelo en España, Gaspar Brunet. Y entonces Olivert empezó a invertir grandes cantidades de dinero en la construcción del biplano. "A Juan Olivert el querer volar le costó casi toda su herencia", señala Renard, el cual calcula que el aparato le podría haber costado a su tío más de un millón de pesetas de la época.

Este gasto de dinero en la construcción de un aparato produjo el descontento en la familia del joven piloto. Renard recuerda que cuando él era pequeño "estaba prácticamente prohibido hablar del tío Juan en casa". Entre las 4.000 personas que vieron alzarse el primer avión, no había ningún vecino de la ciudad y ni siquiera su familia asistió al acontecimiento.

Llegó la Exposición Regional de Valencia de 1909 y Olivert mostró su avión ante cientos de personas. Sin embargo, al aparato aún le faltaba la hélice y el motor y gracias a la intermediación del Rey Alfonso XII, el Ayuntamiento de Valencia pagó el motor que costó 20.000 pesetas. Renard dice que se trataba de un motor de coche y se usaron la cadena y los piños propios de las bicicletas.

Olivert trasladó el avión hasta el campo militar de Paterna y allí puso en marcha el aparato. El biplano se separó del suelo y recorrió entre 30 y 50 metros. Pero la gran asistencia de público hizo temer a Olivert alguna desgracia y paró enseguida el motor y el avión volvió al suelo. El pilotó descartó un segundo intento ante la gran afluencia de gente.

"Sin duda fue un éxito", señala Rafael Solaz, comisario de la exposición que se celebrará en Cullera sobre este acontecimiento. "Olivert había mostrado mucha ilusión en el proyecto y fue mucha la alegría que tuvo cuando bajó del aeroplano", cuenta Solaz.

Después del vuelo el estrenado piloto se casó e intentó varias veces volar en la playa de la Malvarosa y Les Arenes, pero ya no lo consiguió. Santiago Renard cuenta que el biplano se guardó en un almacén de Valencia, mientras Olivert intentaba conseguir nuevas piezas para hacerlo volar, pero ya no obtuvo más dinero y al final las piezas del avión fueron desapareciendo. Renard cree que fueron robadas por ladrones de la zona. El piloto a acabó sus días en Cullera encargándose de la poca hacienda que le quedaba.

Paterna suspende la exhibición aérea

La Fundación Aérea de la Comunidad Valenciana se vio obligada ayer a suspender la exhibición aérea que tenía que sobrevolar Paterna para festejar el día que se cumplían 100 años del primer vuelo a motor. La actividad se desarrollaba en colaboración con el Ayuntamiento de Paterna. Desde el aeropuerto de Manises y dadas las previsiones meteorológicas no autorizaron el despegue de los aviones. Ayer a las 19 horas iban a desfilar aviones deportivos, históricos, militares, civiles, ultraligeros y helicópteros. La convocatoria a los vecinos era en la calle Botiguers, junto a los terrenos militares y la duración esperada era de media hora. Un bando de la Policía Local de Paterna avisó a los vecinos del cambio.