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Es cuestión de semanas, quizás de días. El presidente de la Generalitat está a punto de perder a la que ha sido uno de los puntales de su carrera política. Su jefa de gabinete, Ana Michavila, tiene previsto abandonar su cargo para trasladarse a Madrid por "razones personales", según confirmaron ayer a Levante-EMV fuentes oficiales de Presidencia. Michavila tiene tomada la decisión, que tiene hará realidad en cuanto finalicen los trabajos de preparación del debate sobre el estado de la Comunitat y resuelva algunos asuntos profesionales, según las mismas fuentes.

Con su marcha, se aleja de Camps una de las personas que mayor influencia ha ejercido sobre el presidente y cuya voz ha tenido al costado desde que comenzaron a trabajar junto en la Secretaria de Estado de Administraciones Territoriales en 1999. Desde entonces han sido inseparables, tanto en la vicepresidencia del Congreso, como en la Delegación del Gobierno y, finalmente, desde hace seis años al frente de la Generalitat valenciana. Férrea en sus convicciones religiosas, cercanas al fundamentalismo cristiano, a la hermana del ex ministro de Justicia, José María Michavila, se la ha considerado siempre la persona que ponía orden en el carácter a veces caótico de Camps.

Convertida en cierto modo en un mito político, siempre a la sombra de los focos, la jefa de gabinete del jefe del Consell ha asumido sin rechistar el papel de mala cuando Camps ha tomado decisiones ligadas al futuro profesional de sus altos cargos. A ella se ha atribuido el alejamiento de Vicente Rambla del círculo de confianza de Camps tras la última remodelación del Ejecutivo, así como la ubicación de personas salidas de la cantera de Presidencia en puestos clave en la Conselleria de Economía de Gerardo Camps, como el de Cristina Morató, en Grandes Proyectos. Antes de los cambios en el Consell, tras la dura batalla contra los zaplanistas su papel "se había difuminado", en palabras de un dirigente del PP. Su marcha revela que Camps es responsable de todos sus movimientos.

Al margen de las razones personal -su marido, que estaba destinado en París, acaba de instalarse en Madrid- fuentes populares observan otras "motivaciones políticas" en la renuncia de Michavila. La crisis del caso Gürtel ha hecho estragos en el entorno del jefe del Consell, que ha vivido meses de fuertes tensiones. A Michavila se atribuye también el hecho de haber avisado a Camps sobre las posibles consecuencias de su relación con Álvaro Pérez y un posible descontento con la forma gestionar la polémica.

Con su renuncia, Camps aparece ahora más sólo, tras perder la que ha sido clave de bóveda de su núcleo duro.