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"Antes de subir al avión, al mecánico le pido prestado dinero, me entrega 100 pesetas y me pregunta:¿Para qué diablos quieres el dinero allá arriba? Hoy nos derriban -le respondí-, y voy a necesitar dinero para tomar algo, si me apetece". El presentimiento de Rafael Ballester, aviador de la República, dejó escrito en su diario se iba cumplir trágicamente.

Fue el único superviviente de los tres miembros de la tripulación del bombardero "Tupolev SB-2 Katiuska" de la República que el 16 de diciembre de 1938 se estrelló en el paraje de les Covetes de Canet lo Roig tras ser herido de muerte por el fuego antiaéreo de la Legión Cóndor.

La Asociación de Aviadores de la República (ADAR) homenajeó ayer en este municipio del Baix Maestrat a los dos aviadores fallecidos hace 71 años, el piloto y capitán de la aeronave, Francisco Gómez, y su ametrallador, Victoriano Sánchez, con el descubrimiento de un monolito en su recuerdo en el cementerio.

Ballester, que era el observador y el que más complicado tenía salir del avión al estar su puesto en el morro del aparato, pudo saltar en paracaídas. Al ser Canet territorio ya en manos de los sublevados, fue detenido por los franquistas. Encarcelado y condenado a 20 años y un día, salió de la prisión en 1944 y falleció en 1991.

Siete "katiuskas" del Grupo 24 de la 2ª Escuadrilla de la República habían despegado de Banyoles y Figueres con la difícil misión, por no decir suicida, de destruir la base que la aviación de Hitler tenía en la Sénia, municipio vecino a Canet.

Una misión suicida

Entraron en el municipio tarraconense desde el Mediterráneo para no ser detectados, lo hicieron por Vinaròs a 7.500 metros de altura y fueron descendiendo hasta los 3.500 metros, cota determinada para bombardear. Fueron sorprendidos por las baterías antiaéreas nazis pocos segundos antes de lanzar las bombas. Además del estrellado en Canet, otro bombardero alcanzado caería en suelo republicano, pereciendo también su piloto y el ametrallador.

El alcalde de Canet, el socialista Eleuterio Gimeno y del presidente de la ADAR, Antonio Vilella, descubrieron el monolito junto a un antiguo aviador republicano. Los participantes en el homenaje también se desplazaron a la Sénia para visitar el aeródromo nazi y hacer entrega al Museo del Patronato de la Bandera de la 2ª Escuadrilla de "katiuskas". Allí, contemplaron el caza republicano "Polikarpov I-16 Mosca" que reconstruye José Ramón Bellaubi.