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El microbiólogo César Nombela es uno de los grandes nombres de la ciencia española. Alumno de Severo Ochoa en Nueva York, ha centrado su labor investigadora en el estudio de microorganismos patógenos. Catedrático de Microbiología de la Complutense también ha estado al frente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) durante cuatro años. Contrario a la investigación con células madre embrionarias y al aborto, es uno de los principales promotores del Manifiesto de Madrid contra la reforma de la ley de interrupción voluntaria del embarazo aprobada por el Gobierno, ayer abrió el curso del Colegio Mayor de La Alameda con una lección magistral sobre "El valor de la vida humana, fundamento de la civilización.

¿Cree que la sensación de miedo ante la pandemia de gripe A es superior a su amenaza real?

Lo que vamos conociendo de la evolución confirma incluso las primeras impresiones, que eran relativamente tranquilizadoras. Se trata de un nuevo virus gripal bastante contagioso, menos virulento que el estacional. El riesgo cero en pandemias no existe, por lo tanto siempre estaremos expuestos a nuevas posibilidades.

Primero las "vacas locas", luego la gripe aviar, ahora el virus H1N1... Parece que el catastrofismo vive entre nosotros.

Yo no creo que haya catastrofismo en la sociedad. Estamos en una situación que la emergencia de nuevos patógenos microbianos o la evolución de los ya existentes es capaz de suscitar mucha atención en la opinión pública, y si por parte de los medios no se transmite un criterio demasiado claro, como que hoy podemos afrontar mucho mejor esas cosas porque tenemos bastante más conocimiento, sí puede crear una psicosis excesiva. Pienso que debemos hacer el esfuerzo porque sean, sobre todo los expertos, quienes marquen la pauta a seguir. El lugar para los políticos no es hablar, sino seguir el criterio de los científicos a la hora de establecer las medidas. A veces, el abuso por parte de algunos políticos de utilizar demasiada presencia pública quizás pueda ofrecer más sensación de preocupación.

La nueva vacuna del sida que se acaba de anunciar supone una nueva gran esperanza ¿Cómo ha recibido usted esta noticia?

Con satisfacción. El Sida es una enfermedad que emergió en los años 80 como una pandemia tremenda y que ha tenido y sigue teniendo unas consecuencias devastadoras. Lo que pasa que, si el desarrollo de antirretrovirales funcionó muy bien, las vacunas se han resistido. Este nuevo avance supone un éxito, aunque su eficacia no sea elevadísima, si hace que el enfermo pueda ser menos contagioso.

La ciencia aporta importantes avances médicos que no llegan al Tercer mundo, donde enfermedades que hace años pasaron a los libros de historia continuan segando muchas vidas. ¿Le cuesta entender esto?

Eso es uno de los grandes déficits éticos que tenemos en el mundo, el que la parte de la humanidad que disfrutamos de medios magníficos y procedimientos médicos excelentes no sea capaz de comprometerse a que estos avances alcancen a todo el mundo cuando antes. Estos medios, producto del desarrollo del conocimiento y que por tanto son un patrimonio de la humanidad, beneficien a todos es un imperativo ético.

Los presupuestos del Gobierno preven un recorte en Investigación y Desarrollo del 18% para 2010. ¿Recortando en I+D+i saldremos antes de la crisis?

Sencillamente el recorte que se anuncia en Ciencia me parece lamentable e injustificado, porque hay muchísimos capítulos del gasto público que se deben recortar. En Ciencia el único horizonte serio que tenemos es el de crecer. No abogo por un aumento del gasto público, ni muchísimo menos, pero recortar en investigación, que es una inversión productiva, a veces a corto, pero sobre todo a medio y largo plazo, es un retroceso. El Gobierno aún está a tiempo de reconsiderar este recorte, por ejemplo, en su lugar podría suprimir los ministerios de Vivienda e Igualdad que no hacen ninguna falta.