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El secretario general del PP, Ricardo Costa, regresa hoy a Valencia tras un fin de semana de relativa desconexión. El pasado viernes —Nou d´Octubre— ´fichó´ en el Palau de la Generalitat, aseguró ante los medios que tenía la confianza del presidente de la Generalitat, y se marchó a hacer el Camino de Santiago. Lo que luego ocurrió es conocido: la dirección nacional estuvo forzando a Camps todo el día para que destituyera al secretario general; Costa se negó a marcharse motu proprio poniendo en un brete a su presidente y, pasadas las nueve de la noche, Camps terminó por ceder a la presión de Génova y anunció el «cese temporal» del ´número dos´.

Costa regresa hoy lunes y nada ha cambiado. Génova aguarda que el sacrificio del secretario general, uno de los dirigentes más salpicados por el escándalo Gürtel, se haga oficial en el Comité Ejecutivo de mañana, como estaba previsto. Pero el todavía secretario general del PP mantiene el pulso con Francisco Camps y se niega a escenificar una dimisión voluntaria. Así se lo transmitió ayer al presidente por teléfono desde Zaragoza, según supo Levante-EMV, donde apuraba las últimas horas de descanso junto a su pareja y un amigo.

A 24 horas de la reunión, fuentes cercanas a Costa mantienen que jamás presentará su dimisión, ya que «aceptar esta salida sería asumir que ha cometido alguna ilegalidad, y además de dañar su imagen, afectaría a la del partido». «Voluntariamente no cesará; tendrán que hacerlo por la fuerza», advirtieron desde el entorno del dirigente del PP. Como trasfondo de esta reflexión está el convencimiento del propio Costa de que no tiene por qué marcharse por hacer lo que ya se hacía antes de que el fuera secretario general del PP: contratar con Orange Market.

Ante esta situación y con la incertidumbre sobre cómo va a justificar Camps una destitución cuando otros nombres también aparecen como conocedores de la supuesta financiación irregular a través de la trama Gürtel, la intranquilidad reina en la víspera del Comité Ejecutivo.

En este contexto, el antiguo sector zaplanista —arropado en torno a la dirección provincial de Alicante de José Joaquín Ripoll—advierte al presidente del «error de su forma de actuar»: en «solitario y sin respetar el equilibrio territorial». «No puede ser que tome las decisiones de partido en su despacho, sin escuchar y esperar a que vayamos al Comité Ejecutivo de palmeros», señalaron desde el PP alicantino, en lo que puede ser una llamada a pactar los cambios en la cúpula del partido.

«Hay que aclarar lo que aparece en el sumario. Esto no es una secta: hay que dar explicaciones», advirtieron en la víspera de una reunión en la que podrían plantear batalla al presidente.