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Ricardo Costa se levantó ayer políticamente muerto, salió del comité ejecutivo regional, a eso de las 19,30 horas, vivito y coleando y apenas 90 minutos después, la dirección nacional del PP lo dio por apuntillado a través de un comunicado. En una jornada con tintes kafkianos, Rajoy tuvo que ejecutar políticamente al número dos del PP valenciano al negarse el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, a tomar la decisión anunciada desde la noche del viernes vía SMS.

El jefe del Consell se lo repensó después de que, por la mañana, Ricardo Costa compareció ante la prensa para leer un comunicado que era una declaración de guerra a Rajoy y al propio Camps. Costa proclamó su honradez, centrifugó responsabilidades sobre el caso Gürtel, amagó con tirar de la manta y se negó a dimitir, pese a que el presidente llevaba varios días intentado que renunciara al cargo. Una salida que habría sido el mejor cortafuegos para el presidente. En la esperada reunión del órgano de dirección del partido y, para sorpresa de todos, Costa y Camps escenificaron una solución pactada consistente en ofrecer a Madrid la opción de abrir una comisión de investigación si tenía «la más mínima duda» sobre la gestión del número dos del PP valenciano. En ese caso Costa cesaría «temporalmente» mientras duraran las pesquisas internas.

Guerra de comunicados

Si no se tomaba esa decisión en Génova, ni siquiera habría cese. La propuesta fue asumida por asentimiento. No hubo votación formal. Los aplausos a los dos protagonistas —no secundados por algunos zaplanistas—coronaron el desconcierto. Incluso el propio Costa fue el encargado de informar del contenido de una reunión muy satisfactoria para sus intereses. La dirección nacional se llevó una sorpresa mayúscula porque la decisión no había sido consensuada con Madrid. Noventa minutos después de acabar la reunión llegaba el comunicado de Madrid, que daba por hecho la destitución del secretario general de los populares valencianos, y abría una guerra de notas cruzadas y alimentaba la confusión.

El comunicado de Génova informaba de que el propio presidente Francisco Camps les había trasladado el «acuerdo» de «suspender temporalmente y a petición propia en todas sus funciones en el partido como secretario general y, según esta misma comunicación, como portavoz del grupo parlamentario de las Corts, a Ricardo Costa».

Sin embargo, nada de esto se aprobó en el comité. El propio comunicado oficial del PPCV destacó que en la reunión no se había decidido «ningún cese», expresión puesta en boca del «secretario general». Es más, la nota añadía que el presidente «estaba de acuerdo con la propuesta de Costa». Las últimas cuatro líneas del parte redactado en Génova eran para explicar que la dirección nacional «ha dado traslado del acuerdo del comité ejecutivo regional del PPCV al comité nacional de Derechos y Garantías para que, en las próximas fechas, cite a Ricardo Costa con el fin de que éste pueda ser escuchado y explicar su posición ante el citado órgano». Así, tomaban la palabra al PP valenciano y destituían, por la vía de los hechos, al número dos. Algo que Camps se había negado a hacer e implica una ruptura de su idilio con Rajoy.

Para enmarañar todavía más la madeja,una hora después del pronunciamiento desde Madrid, de nuevo el PP valenciano salía a la palestra para aclarar los acuerdos tomados en el comité. El primero, «el respaldo a la gestión de Ricardo Costa como secretario general y el reconocimiento de su honestidad y honradez».

Otra discrepancia clave con la nota de Génova es que el PPCV destacaba que en ningún caso se había puesto «en tela de juicio su continuidad como portavoz» en las Corts. El tercer punto era demoledor: «El PPCV lamenta el malentendido provocado por otros comunicados». Una afirmación sorprendente teniendo en cuenta que González Pons estaba presente en la reunión. Es más, fuentes solventes aseguraron que antes del encuentro, Camps habló con la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y le trasladó que se iba a acordar el cese temporal de Costa.

Debate sobre competencias

Tras la reunión, informada por otros asistentes, la mano derecha de Rajoy no salía de su asombro. O Camps engañó a Cospedal o ésta entendió lo que quiso.

Para rematar la secuencia de desavenencias del martes 13 del PP, Cospedal, en declaraciones a una televisión, subrayó que Costa «está suspendido». «Ya no está en el ejercicio político», abundó. Hasta cuestionó su «ejemplaridad pública». «Este tipo de conversaciones chuscas, soeces y groseras no soportan la mínima revisión de un mínimo código de comportamiento ético y quizás no sea punible penalmente pero sí éticamente», sentenció la mano derecha de Rajoy. Queda en el aire el debate sobre hasta qué punto tiene competencias Génova para destituir a Costa de todos sus cargos.