La Central Nuclear de Cofrentes ha cumplido 25 años y lo ha hecho prácticamente en silencio, en medio de una recarga de combustible -y van 17- y cumpliendo con el programa de rejuvenecimiento y modernización que en esta ocasión afecta a un elemento esencial de la instalación: la turbina.

Tanta actividad ha hecho que la efeméride pasara de puntillas. También la disparidad de fechas para conmemorar los orígenes de la era atómica valenciana: tanto vale el 6 de agosto de 2008, cuándo se introdujo el uranio radioactivo en el reactor de Cofrentes; como cuando se conectó a la red, ahora hace 25 años (13/10/1984), o cuando entró en explotación comercial el 11 de marzo de 1985. Tres fechas para un acontecimiento que cambió la faz del plácido valle de Cofrentes.

Desde entonces, la Central Nuclear de Cofrentes ha venido funcionando con normalidad, salpicada por algunos incidentes -la inmensa mayoría de nivel 0 en la escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES)- y contribuyendo con una producción media anual de 7.800 millones de Kilovatios/hora al mercado eléctrico, donde llega a alcanzar cuotas de participación del 70% en la Comunidad Valencia y del 4% para el conjunto del país.

Renovación de licencia

La Central está ahora pendiente de la renovación de licencia. Teóricamente se diseñó para mantener sin riesgos una vida operativa de 40 años, de modo que le quedarían 15 más de funcionamiento. Sin embargo, de acuerdo con el sistema de licenciamiento español, la nuclear de Iberdrola tendría que renovar el último permiso, válido para diez años, en 2011. Desde hace meses, sus técnicos trabajan en la compleja documentación que tienen que remitir al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).

Se trata de pasar una especie de examen de seguridad que generará miles de folios en informes y de lograr el apoyo del órgano regulador español a los programas de mantenimiento preventivo que se realizan en la central.

De momento, Cofrentes ha resuelto temporalmente uno de sus problemas más acuciantes: la falta de espacio para almacenar el combustible irradiado.

El CSN informó favorablemente en 2008 el cambio en los bastidores de almacenamiento de combustible gastado con objeto de incrementar su capacidad. Hasta ese momento, la capacidad de almacenamiento era de 4.186 elementos de combustible, Tras la recarga 16 (año 2007), la ocupación de las piscinas era de 3.216 posiciones. En cada recarga se cambian 256 elementos combustibles y por razones de seguridad es necesaria una reserva de 624 posiciones para la descarga completa de un núcleo, de modo que el funcionamiento de la central, de no mediar esta obra, sólo sería posible hasta abril de 2011.

En Cofrentes, de donde ha salido prácticamente todo el "staff" directivo del negocio nuclear de Iberdrola , se tiene otra perspectiva respecto al final de la vida operativa de la central en el 2024, coincidiendo con los 40 años de funcionamiento. En Estados Unidos se han concedido extensiones de licencia hasta los 60 años y se habla de hacerlo hasta 80.

Mientras, y para no perder la forma por si finalmente se consolida la anunciada "primavera" nuclear justificada en el combate contra el cambio climático, técnicos de la "escuela" nuclear de Cofrentes dirigen los proyectos de Iberdrola en Rumanía (grupos III y IV de Cernavoda) y negocian un emplazamiento en Reino Unido para construir una central nuclear.

En 2008, las organizaciones ecologistas hicieron memoria de los "incidentes" sufridos por las centrales nucleares y el resultado no fue muy favorable a Cofrentes: 24 años de funcionamiento y el récord de ser la central nuclear que más sucesos notificables ha sufrido desde 1990 240 de un total de 1.500 en todo el parque nuclear español.

Desde la central se subraya que no tuvieron significación para la seguridad de los trabajadores, de los ciudadanos ni del medio ambiente, mientras que el CSN, el órgano estatal responsable de supervisar la seguridad de las centrales nucleares, recuerda que un "suceso" no es en sí mismo "un indicador de la seguridad" ni "equiparable" a "incidentes" o "accidentes".

Algunos vertidos ocasionales en el interior de la central, problemas con el combustible y, sobre todo, las deficiencias encontradas en el sistema de inserción de las barras de control figuran entre los asuntos que han trascendido y han preocupado a una opinión pública valenciana que, sin embargo, y según la presidenta del Foro de la Industria Nuclear , Maria Teresa Domínguez, está virando hacia una postura "más favorable" a la energía nuclear.

En el polo opuesto, diversos colectivos ecologistas valencianos proyectan relanzar la oposición a Cofrentes. Su nueva Plataforma "Tanquem Cofrents" persigue "trasladar a la sociedad valenciana que la energía nuclear "es peligrosa, que tiene numerosos problemas y que no es necesaria. Hay alternativas viables y realistas pidiendo paso". El objetivo: cerrarla en 2011.

El ecologismo surgió alrededor de la nuclear

En 1972 se autoriza la construcción de la Central Nuclear de Cofrentes. En España surgen los primeros grupos antinucleares mientras en Valencia preocupan más problemas como la ordenación del territorio, el destino del Saler o el cauce del Turia. En otoño de 1976 se celebra una reunión en la Facultad de Económicas en la que participan entre otros, el malogrado Josep Vicent Marqués y un jovencísimo estudiante llamado Carles Arnal. Nace "Margarida", un grupo mítico en el ecologismo valenciano y profundamente antinuclear que apenas duró dos años. Carles Arnal sigue en la brecha y el lunes presenta junto a Greenpeace, Agró y Ecologistas en Acción la plataforma "Tanquem Cofrentes".