Viendo cómo está el mundo se hace difícil creer que la especie humana evoluciona.

Que la especie humana evolucione, como demostró Charles Darwin, no quiere decir que cada vez sea mejor. Simplemente quiere decir que cambia.

De hecho, la especie más avanzada del planeta puede ser la responsable de su destrucción.

Sí, es muy irónico

En este sentido, ¿no le parece que la realidad es antidarwinista?

Sí. Los humanos estamos destruyendo el mundo pese a ser la especie más desarrollada. Me parece realmente extraño. Pero yo no tengo la respuesta a este hecho ni creo que Charles Darwin la encontraseÉ

También aumentan los defensores del creacionismo. ¿Piensa que, a nivel social, está en peligro el legado de su tatarabuelo?

En el mundo entero no, pero en algunas zonas sí están luchando contra el evolucionismo, incluso desde las escuelas, como es el caso de EE UU. En Europa o Sudamérica no tenemos este problema, pero preocupa que suceda en EE UU.

El integrismo sigue oponiéndose a la razón. Si su tatarabuelo resucitara vería qué poco ha cambiado esta dialéctica en 200 años.

Él sentía un enorme respeto hacia la espiritualidad y hacia la gente religiosa, como su esposa Emma. De hecho, a él mismo le resultó muy difícil dejar de creer tras desarrollar la teoría de la evolución. Ahora bien: no creo que Charles Darwin hubiera estado de acuerdo con visiones involucionistas y fascistas de la religión. Para él, lo más importante era el ser humano.

El darwinismo se ha trasplantado al sistema económico: en el capitalismo, sólo los más fuertes sobreviven. ¿Diría que la actual crisis ha demostrado que el darwinismo económico es un error?

Yo espero que esta crisis nos haga darnos cuenta de que hacer dinero no ha de ser un fin en sí mismo, sino que necesitamos el dinero como un instrumento para avanzar. No creo que la crisis haga cambiar profundamente nuestro modelo, pero sí es preciso que los gobiernos controlen más a los bancos y las instituciones financieras.

En el plano personal, ¿qué supone llevar el apellido Darwin?

En la vida cotidiana no mucho. De pequeña, cuando pronunciaba mi apellido, algunos me decían: "¿Darwin? ¿Ése no inventó la teoría de la gravedad?". Sin embargo, mi apellido ha ganado popularidad en los últimos diez años. A mí, personalmente, me ha resultado muy útil, porque soy escritora y los medios de comunicación me prestan una gran cobertura.

Igual que en el proceso de selección natural, usted se ha apartado de las ciencias y ha elegido el camino de las letras. ¿Comparten algo el científico y el escritor?

Sí. Artistas y científicos comparten el mismo pensamiento creativo. Yo, por ejemplo, me acerco a la literatura con un método científico. Observación, paciencia, inspiración y mucho trabajo son las herramientas de nuestros oficios.

En su primera novela, "La aritmética del amor", España tiene un destacado papel.

Sí, yo fui de vacaciones al norte y al sur de España en los años setenta, cuando era niña. Pero a la hora de escribir la novela, muchas cosas se me habían olvidado. No tenía dinero para pagarme el viaje a España, pero mi hermana mayor me regaló el billete de avión. Así que cogí el coche y volví a recorrer las carreteras del País Vasco por las que discurre la novela.

¿Ha pensado en escribir sobre ciencia o sobre su familia?

No. Hay mucha gente talentosa que escribe sobre ciencia y es difícil hacerlo bien.

¿Y una novela mezclada con la ciencia y "El Origen de las Especies"? Escrito por la tataranieta de Darwin sería un "best seller".

Podría ser. Mi agente literaria sí que quiere que escriba una novela sobre Emma Darwin, la esposa de Charles Darwin.

¿Y por qué no la escribe?

Porque ya está escrita. Y muy bien escrita, por cierto.

¿Qué aspectos humanos o personales de Charles Darwin desconoce nuestra generación?

Pienso que, por culpa de su famoso retrato, la gente ve en él a un hombre serio, severo y estricto. Sin embargo, Charles era un hombre gentil, simpático, muy buen padre y caritativo con los demás.