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¿Por dónde entró a España?

Llegué a Tenerife. Estuve ocho días en medio del océano en un cayuco con otras 73 personas. Más duro no puede ser. Las noches eran interminables. Allí revives momentos de tu vida. Es muy triste imaginar que en el momento en el que hablo habrá personas pasando la misma situación. Ahora mismo hay compañeros africanos en el océano intentando alcanzar Europa.

¿Por qué arriesgó su vida?

Arriesgué mi vida porque no había futuro. Todo el mundo sabe lo que ocurre en África. Es un continente que lleva siglos explotado. Ha pasado por la esclavitud, el imperialismo y la neocolonización. La deuda externa nos ahoga, no nos deja respirar. No sabemos de dónde sale. Es la principal causa de la pobreza de África y lleva a sus hijos a intentar llegar a Europa.

¿Qué cambió al llegar?

Pensé que al acabar la travesía se iban a resolver todos los problemas. Nada más llegar nos grabaron los periodistas, pero cuando apagaron las cámaras se acabó todo su interés. Cuando desembarcas te dan unas cuantas galletas y tu esperanza se queda ahí. Después te llevan a la policía y te meten cuarenta días en un centro de internamiento. Parecieron cuarenta años.

¿Pasó mucho miedo en el cayuco?

Las noches en el cayuco son interminables. Escuchas las olas cuando golpean con el cayuco. Piensas que no vas salir. Crees que vas a morir esa noche, que no verás amanecer.

¿Cuánto dura la travesía?

Nunca se sabe. Te dicen que puede durar una semana, pero se suele alargar. Algunos cayucos pierden el motor y quedan a la deriva. Si se te acaba el carburante dependes de las corrientes y puede costar quince días.

¿Qué comían?

Llevamos comida e intentamos cocinar dentro del barco. Eso conlleva un peligro. Mi patera iba cargada de bidones de gasolina y nosotros cocinamos encendiendo carbón. Algunos habilitaron una caña para pescar, pero sobre todo nos alimentábamos con arroz.

¿Cómo llevó el frío?

Es difícil hacerse una idea. Nosotros hicimos la travesía en el mes de mayo y fue horrible. En el océano pasas mucho frío. En alta mar siempre hace frío.

¿Pensó en algún momento que el cayuco podía volcar?

Claro que sí. Siempre tienes presente que pueden ser los últimos momentos de tu vida. Cada mañana revisábamos el cayuco por si tenía algún agujero y reparábamos las vías de agua.

¿Cuánto pagó por el viaje?

Por la travesía pagué cuatrocientos mil francos CFA, que son seiscientos euros. Si nos hubieran detenido nada más salir de Senegal lo habría perdido todo.

¿Les dejaron algún GPS para guiarse?

Sí teníamos un GPS. Algunos sabían manejar el barco y por suerte logramos llegar. Un cayuco no es un medio de transporte. Es un barco de pesca y no hay espacio.

¿Ha encontrado trabajo?

Todavía no he podido regularizar mi situación. Cumplo el requisito del arraigo social, pero ha coincidido la crisis. Obtener una oferta laboral es casi imposible, aunque no he dejado de trabajar. He estado de albañil, pintor y reparando ordenadores.

¿Qué hacía en Senegal?

En Senegal estudié hasta el bachillerato. Trabajé como maestro de colegio y acabe comerciando.

¿Volverá a su país?

Siempre piensas en volver a tu país, pero las condiciones son muy malas. Ahora sería un inmigrante en mi propio país.