La expedición oficial organizada por la dirección del PSPV para dar lustre a la toma de posesión de la senadora Leire Pajín se celebró el martes, en la ida y la vuelta. Pero el lunes, la víspera de la promesa del cargo de la secretaria de organización del PSOE, hubo avanzadilla y cena en Madrid para radiografiar la situación del socialismo valenciano gobernado por Jorge Alarte. Al encuentro, en el restaurante El Senador, asistieron, además de la número tres federal, su padre, José María Pajín, histórico dirigente del PSPV en Benidorm y la Marina Baixa; el portavoz adjunto del grupo socialista en las Corts Ximo Puig; el ex presidente de la Generalitat Joan Lerma; el ex líder del partido Ignasi Pla; Antoni Such, de la Mesa de las Corts; Antonio Amorós, portavoz en la Diputación de Alicante; Antoni Bernabé, director de Turespaña y dos diputadas.

En esencia, estuvo la plana mayor de los afines a Ximo Puig, que perdió el XI congreso por veinte votos, y los máximos referentes del sector de Pajín, salvo la secretaria de Alicante, Ana Barceló. Los presentes coincidieron en expresar su preocupación por la, según ellos, falta de voluntad o incapacidad de Alarte por generar consensos y cohesionar el partido. Se llegó incluso a contraponer esa falta de talante con la integración de las diversas familias del socialismo valenciano lograda por Ignasi Pla, si bien esa labor interna no resultó suficiente para el vuelco electoral.

La victoria en el congreso socialista se decanto del lado de Alarte el día que Leire Pajín decidió poner el tercio de partido que controlaba (la entonces bautizada como plataforma) del lado de Alarte para impedir que un neolermista como Puig ganara. Conforme ha pasado el tiempo y especialmente tras la moción de censura de Benidorm, Puig y Pajín han ido labrando un idilio que hoy es ya una realidad y la cumbre de Madrid lo evidencia.

La secretaria de organización no ha perdonado que Alarte complicara, con su pronunciamiento público reiterado contra la moción de censura en Benidorm, su ya de por si difícil papeleta al ser su madre, Maite Iraola, una de las protagonistas del desacato a las órdenes de Ferraz. Los constantes roces entre Alarte y la dirección provincial alicantina (afín a la dirigente federal) han enturbiado las relaciones. Para rematar el escenario de guerra fría, llegó el vacío que el secretario general del PSPV y su entorno le hicieron a Pajín el día en que las Corts la eligió senadora territorial.

Otro capítulo que alimentó el distanciamiento fue la decisión de Alarte, en contra de la opinión de Ferraz, de presentar una querella, inspirada por el informe de la Udef sobre presunta financiación ilegal del PPCV, contra 17 políticos populares y cinco empresarios. La secretaria provincial del PSPV de Alicante, Ana Barceló, criticó hasta públicamente la iniciativa.

La número tres gana influencia

Tan significativos son los encuentros como los desencuentros. Por ejemplo, el que al día siguiente protagonizaron Alarte y Pajín. El primero, acompañado por miembros de su dirección, se quedó compuesto y esperando a la secretaria de organización, que no acudió a la comida con la que querían desagraviarla por el feo en las Corts. Pajín opto por comer con su padre, y su hermana Amaya, en vez de con media ejecutiva del PSPV en un restaurante de la calle Alcalá. Pagaron a escote el menú de 41 euros.

Estos últimos episodios vividos en Madrid demuestran,además de los cambios de pareja en las siempre frágiles alianzas socialistas, que Leire Pajín prescinde cada día más de Alarte como intermediario para mandar en el PSPV. El círculo de quienes arropan al secretario general en la ejecutiva ha aumentado su radio. Y los puntos que orbitan en torno al líder socialista guardan distancias prudentes y no descuidan las relaciones con una secretaria federal de organización que tiene desbrozada la pista de aterrizaje. Por si acaso a alguien en Moncloa se le ocurre mandarla de candidata. A fin de cuentas, el PSPV es sólo una entelequia de siglas, que diría Alarte, para definir a la federación valenciana del PSOE.