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El Centro de Investigación Principe Felipe (CIPF) que inició su andadura bajo el nombre de Centro Superior de Alta Tecnología para la Investigación Biomédica y Trasplante de Tejidos ha desmantelado en su primer lustro de vida 13 de los 25 laboratorios punteros de nueva creación con los que arrancó en marzo de 2005 según han informado a Levante-EMV fuentes próximas a la institución que dirige Rubén Moreno.

Algunos directores de líneas de investigación optaron por marcharse a otros centros, bien españoles o extranjeros, al estar disconformes con la política científica del centro o porque se les invitó a irse y otros desaparecieron por decisión de la dirección. Durante este tiempo, el CIPF no ha reemplazado estos laboratorios, que se crearon con tanto interés, por otros nuevos.

Seis de los trece grupos de investigación que se han clausurado son del área de Medicina Regenerativa.

El cierre de los trece laboratorios ha sido contemplado por la plantilla investigadora como algo más que "un sano recambio científico". De hecho, un hecho similar no ha ocurrido en ningún otro centro de investigación de la Comunitat Valenciana, que cambiar de uno a dos laboratorios al año, como máximo.

Fuentes próximas al centro han indicado que algunos laboratorios fueron clausurados sin consultarlo con los miembros del comité científico asesor que dimitió en su totalidad antes del verano de 2008.

Durante el último año, los científicos del CIPF han remitido diferentes cartas a los miembros de la Comisión Delegada y al presidente del patronato, que es el conseller de Sanidad Manuel Cervera, sin haber obtenido respuesta alguna.

Un SOS ignorado por el patronato

En el primer escrito, al que ha tenido acceso este periódico, los investigadores solicitan una reunión para "exponer los distintos problemas científicos y administrativos que actualmente -está fechada en mayo de 2009- dificultan la labor investigadora en el CIPF" y que "necesitan solución urgente".

A finales de noviembre, los científicos remiten otra carta al patronato y a la Comisión delegada en la que manifiestan su "rechazo a los procedimientos en los que se sustentó la evaluación extraordinaria de los contratados Ramón y Cajal".

El nuevo comité asesor que eligió la dirección consideró que en cinco casos los resultados eran desfavorables, pero que solo se prescindiría de tres.

Los firmantes, todos con acreditados curriculums y trayectoria internacional, explican que la evaluación del rendimiento científico es una herramienta "de extraordinaria importancia" para el buen funcionamiento de los centros y que, por eso mismo, debe ajustarse a unas normas claras y definidas que, en el caso de los últimos tres investigadores despedidos, no se han respetado.

El CIPF por su parte informó que 2 de los 13 laboratorios cerraron por jubilación; uno por razones familiares, 4 porque tenían plaza en el CSIC, 3 porque tenían unidades mixtas y los 3 del programa Ramón y Cajal.