El 8 de enero de 2000, con el euro en las carteras y recién salidos de un ambiente de "milenarismo" que había predecido todo tipo de desgracias, un bloque de hielo de origen desconocido caía en Soria. Fue el primer aviso, aunque inicialmente desapercibido, de un fenómeno tan intenso como fugaz que sigue sin respuestas claras diez años después de aquel primer impacto documentado. Dos días después, un vecino de Tocina (Sevilla) tomaba tranquilamente un café cuando un bloque de hielo cayó sobre el capó de su Fiat Uno, provocando una enorme abolladura y la rotura del cristal delantero.

El día 12 se repetía el fenómeno en una nave industrial de l'Alcúdia, el 13 en Elx, el 14 en la Unión (Murcia), el 15 en Enguera y Xilxes, el 6 en Cádiz y Huelva y el 17 en Algemesí. La prensa y la televisión se volcaron con el fenómeno y en toda España, pero especialmente en la Comunitat Valenciana, donde se concentraron varios de los casos más llamativos, se produjo un episodio de psicosis colectiva, como si todos los ciudadanos y sus bienes estuvieran expuestos al impacto de los misteriosos bloques de hielo.En apenas dos semanas se documentaron 50 casos, aunque muchos fueron bromas o fraudes.

Sin explicación

Jesús Martínez Frías, del Centro de Astrobiología que comparten el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, se desplazaba el 13 de enero de 2000 a l'Alcúdia con un congelador portátil y asumía el control de una investigación que ha coordinado desde entonces y que sigue activa sin que exista una explicación científica sobre las causas que provocan la aparición de los bloques de hielo, a los que Frías ha acuñado como "megacriometeoros".

El investigador destaca el liderazgo y la repercusión que la investigación realizada en el centro español sobre el origen de estos eventos -"que está lejos de haber concluido", matiza-, ha tenido en las revistas científicas más prestigiosas del mundo, lo que ha permitido despertar el interés de otros científicos.

Sin embargo, no existe una explicación unánimemente aceptada sobre cómo y por qué se generaron los "megacríometeoros", aunque sí han quedado descartadas algunas de las causas que se apuntaron en los primeros momentos.

Martínez Frías explica que las características que presentan los bloques de hielo caídos en España "comparten" los rasgos observados y bien conocidos de los grandes "hailstones" o piedras de granizo atmosférico, con la salvedad, claro, de que su caída se produjo en días despejados y sin una nube a la vista.

"Los resultados de nuestros estudios texturales, hidrogeoquímicos e isotópicos, junto con el estudio de las características atmosféricas durante el período en que se produjeron las caídas, nos permiten descartar algunas de las posibilidades que se manejaron", apunta el científico en su página web. Según el investigador no son aguas residuales procedentes de aeronaves ni obedecen a la caída del hielo formada en las alas, ni a fugas en los depósitos de los aviones y tampoco son restos de microcometas...

Martínez Frías asegura que los megacríometeoros pueden ser un nuevo "geoindicador" de las transformaciones que está provocando el cambio climático, una hipótesis que no estaría reñida con los numerosos antecedentes de caída de bloques de hielo documentados antes incluso del invento de la aviación.

Los investigadores han analizado con detalle las condiciones atmosféricas que se dieron en los días con mayor número de caídas y creen estar detrás de una buena pista.Sin embargo, Martínez Frías sostiene que no existe en la actualidad "ningún modelo capaz de explicar satisfactoriamente la causa de la formación y el crecimiento de los núcleos de hielo y cómo bloques excepcionalmente grandes y pesados de hielo pueden formarse y mantenerse en la atmósfera hasta caer". El investigador confía en cada vez más equipos en todo el mundo se sumen a la investigación y espera poder ofrecer "novedades" este año tras aplicar una técnica de espectroscopia láser a algunos "megacriometeoros".

Mientras, los trozos de hielo siguen cayendo. El último documentado el pasado 15 de diciembre de 2009 en Brasil destrozó una vivienda. Un mes antes, un bloque "como un balón de baloncesto" destrozó una cocina en una casa habitada de Brush (Colorado).

Ángel Morales: "El hielo era como el oro en las películas

del salvaje oeste"

Ángel Morales, del departamento de Química Analítica de la Universitat de València, representó la nota "valenciana" en el concierto de los aerolitos. Los bloques de hielo caían en territorio de la Comunitat, pero la investigación se llevaba desde Madrid.

"Alguien nos llamó y nos pidió que formáramos parte de la investigación", recuerda el científico, que califica de "muy puntual" su intervención. Y no es que el misterio no interesara, sino que la investigación era "imposible" sin acceso a los bloques de hielo y "todo se centralizaba en Madrid". Un equipo interdisciplinar de la Universitat de València analizó los restos del meteorito de l'Alcúdia, que fue repartido salomónicamente entre el Centro Superior de Investigaciones Científicas representado por Jesús Martínez Frías y el departamento de Química Analítica. Después hubo pocas oportunidades de acceder a la materia prima de la investigación: los aerolitos. "El hielo era como el oro en las películas del salvaje oeste: el primero que llegaba se lo quedaba todo", recuerda Ángel Morales. "Al final nos quedamos sin muestras y la investigación se murió sola", concluye. j .S. valencia