La investigación realizada por el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM) sobre las condiciones atmosféricas que acompañaron en los días centrales de enero de 2000, ahora hace una década, la caida masiva de bloques de hielo sobre distintas poblaciones de la Comunitat Valenciana, constituye hoy por hoy la única pista determinante que puede ofrecer una explicación sobre este fenómeno, aparentemente ausente desde entonces en territorio valenciano, pero cada vez mas frecuente en el planeta.

El CEAM realizó un seguimiento de la situación atmosférica entre los días 7 y 17 de enero de 2000 mediante el estudio de los sondeos atmosféricos obtenidos entre la Coruña y Gibraltar, y los Murcia y Palma en el Mediterráneo.

El resultado fue el hallazgo de un patrón "inusual" en que varios procesos atmosféricos concurrían de manera simultánea.

Según Millán Millán director ejecutivo del CEAM, la capa húmeda superficial, limitada habitualmente a alturas de entre 1 y 3 kilómetros, fue reemplazada por otra "mas fría y húmeda" con una saturación de humedad próxima al 100% y que alcanzaba la tropopausa o "frontera" entre la atmósfera baja o troposfera y la estratosfera.

Paralelamente, la tropopausa se hundió y en lugar de situarse como es habitual en esta época del año entre los 10 y 11 kilómetros de altura, se localizó durante varios días a tan solo 7 kilómetros de altura. El descubrimiento del CEAM fue ratificado después "e identificado de una manera mas precisa" por David Travis climatólogo de la Universidad de Wisconsin, que lo publicó en la revista "Science".

Una posible explicación

Según Millán Millán, una posible explicación, aunque "sujeta a incertidumbres", sería la de vincular el origen de los "megacriometeoros" al del granizo normal. En algún sitio de la tropopausa, lejos de la Comunitat Valenciana, pudo formarse una tormenta, con granizo subiendo y una y otra vez a través de las corrientes convectivas- un fenómeno habitual en estos episodios tormentosos, en los que no necesariamente se produce la descarga final de granizo - hasta que alguna de estas piedras de hielo "escapa" de esta dinámica entrando en la denominada "corriente del chorro" o "jet Serma".

La corriente de chorro, descubierta por los bombarderos en la II Guerra Mundial y utilizada o evitada por los aviones comerciales para ahorrar combustible, es una corriente cercana a la tropopausa que se caracteriza por fuertes velocidades y rachas de viento vertical y horizontal con velocidades medias de 200 kilómetros hora que pueden llegar a 500.

Millán cree que bajo estas condiciones, las piedras de granizo pueden viajar sin caer 40 kilómetros o más a una temperatura de entre -40 y -50 grados centígrados. "Sería un fenómeno como el de las bolas de nieve: cuando el granizo llega a las zonas saturadas de humedad y a esa altura empieza a captar toda la humedad que existe en la troposfera anormalmente saturada que lo rodea hasta que el empuje del viento es insuficiente y empieza a caer".