«Vidas rotas», la primera historia integral de las víctimas de ETA, obra de los especialistas Rogelio Alonso, Florencio Domínguez y Marcos García Rey, es un libro duro. La terrible sucesión de asesinatos no es apta para estómagos delicados, y la especial sinrazón de algunos crímenes terroristas despierta indignación y un hondo pesar. Aquí está contenida la vida y, sobre todo, la muerte de 857 hombres, mujeres y niños, a lo largo de medio siglo, y se analiza la historia de la banda asesina, desde su apogeo, a finales de los años 70 y principios de los 80, hasta su actual agonía. Como gran novedad, el volumen incluye como primera víctima a una niña de 22 meses, Begoña Urroz, que murió quemada vida al estallar una maleta bomba en la estación de Amara de San Sebastián, el 27 de junio de 1960. La banda había nacido el año anterior. Entre las 857 víctimas se cuentan un total de 20 que nacieron en la Comunitat, y otras 11 que están vinculadas a esta tierra de una u otra manera. Éstas son las 31 vidas valencianas rotas por ETA.

El primero, un guardia civil

Antonio Alés Martínez tenía 19 años cuando, a última hora de la tarde del 28 de noviembre de 1979, cuatro etarras le acribillaron a tiros junto a otros dos jóvenes guardias en el bar Ízaro de Azpeitia. Los tres se encontraban tomando unos pinchos junto a la mujer de uno de ellos, que estaba embarazada. Alés había nacido en Cuenca, pero su familia vivía en Valencia y fue enterrado aquí.

Desolación en Xirivella

El 1 de febrero de 1980 un comando asesina a seis guardias civiles al atacar un convoy de la Guardia Civil con metralletas y granadas en Ispáster. Uno de ellos era José Gómez Trillo, natural de Xirivella. De 31 años, estaba casado y tenía un hijo, que fue el primero de los 35 huérfanos que ETA ha dejado en la Comunitat Valenciana.

A un mes del regreso a Castelló

Al guardia civil Francisco Puig Mestre, nacido en Ares del Maestre, le quedaba un mes para regresar a Castelló cuando fue asesinado junto a un compañero mientras cenaba en un bar de Goizueta. Soltero y de 31 años, en Ares lo recordaban por su pasión a los Bous al carrer.

La muerte en directo desde Manises

A Antonio García Argente, nacido en Manises, le robaron la vida con 20 años. Aunque estaba destinado en Barcelona se encontraba agregado al País Vasco. Fue asesinado junto a otros tres guardias civiles mientras comía en un restaurante de Markina el 20 de septiembre de 1980. Teresa, su madre, que no sabía nada, telefoneó desde Manises al cuartel para hablar con él. Se equivocó de número y marcó el de la consulta de uno de los médicos del pueblo, donde estaban atendiendo a las víctimas. Así se enteró de la muerte de su hijo casi en directo.

Cuatro meses después de la boda

El inspector de policía valenciano José Antonio Merenciano Ruiz hacía cuatro meses que se había casado cuando fue asesinado en un semáforo de Durango el 3 de octubre de 1980. Formaba parte de una oficina móvil del DNI junto a un subcomisario y un agente. Los tres murieron bajo una lluvia de balas. Tenía 25 años.

Primer disparo de un lanzagranadas

La primera vez que ETA empleó un lanzagranadas fue el 17 de abril de 1982 en Pamplona. El objetivo, una tanqueta de la policía. De los 9 agentes heridos uno falleció. Era el valenciano Vicente Luis Garcerá López, de 29 años, casado y con una niña de corta edad.

Emboscada en Rentería

Una emboscada en una carretera de Rentería acabó con la vida de tres policías el 14 de de septiembre de 1982. Uno de ellos era Jesús Ordóñez Pérez, casado y de 25 años. Había nacido en Jaén, pero siendo un niño se traslado con su familia a Valencia, donde está enterrado.

El obispo de Orihuela exige medidas

El guardia civil de Elda Miguel Mateo Pastor, de 24 años, cayó herido junto a otros cuatro agentes en un ataque con granadas anticarro en Rentería el dos de febrero de 1983. Murió durante su traslado al hospital. En la homilía, el obispo de Orihuela, Pablo Barrachina, reclamó nuevas medidas contra el terrorismo.

Bomba junto a un autobús escolar

El policía de Ayora Emilio Juan Casanova López, de 29 años, murió en un atentado con coche bomba el 23 de junio de 1983 en San Sebastián. Los etarras detonaron la bomba pese a que a unos metros de la furgoneta policial circulaba un autobús escolar. El agente estaba casado y su mujer es una de las 20 viudas valencianas que ha dejado ETA.

Ertzaina metido a etarra

El policía valenciano Eduardo Navarro Cañada, de 27 años, recibió un tiro en la cabeza cuando patrullaba a pie por el centro de San Sebastián el 15 de diciembre de 1983. Uno de sus asesinos era agente de la Ertzaintza. Casado y con dos niños pequeños, Eduardo pertenecía a la Compañía de Reserva de la Policía con sede en Valencia que había sido enviada al País Vasco para reforzar las medidas antiterroristas.

Tiroteado a la puerta de casa

Eran las 11 de la noche del 6 de abril de 1984 y el policía alicantino José Verdú Ortiz volvía a su casa de Galdácano. En el portal le esperan dos terroristas que le dispararon a bocajarro en la cabeza. Falleció tras 12 días en coma. Tenía 31 años. Dejó viuda y dos hijos.

Primer asesinato en la Comunitat

El francés Clément Perret, supuesto miembro de los GAL, abre la lista de las 9 personas asesinadas por ETA en la C. Valenciana (una en Castelló, 5 en Alicante y 3 en Valencia). El 16 de agosto de 1985 el etarra Henri Parot entró en la pizzería que regentaba Perret en Castelló y le descerrajó 13 tiros. Se dijo que había pertenecido a la Organisation de l´Armée Secrète (OAS), una banda terrorista gala de extrema derecha contraria a la descolonización de Argelia.

La gran «hazaña» de De Juana Chaos

La gran «hazaña» del terrorista Ignacio de Juana Chaos, que acabó de un plumazo con la vida de 12 guardias civiles que iban a realizar prácticas de motocicleta, tuvo lugar en la Plaza de la República Dominicana de Madrid del 14 de julio de 1986. Eran las 7.45 de la mañana cuando una furgoneta bomba estalló al paso del convoy de la Guardia Civil. Entre los amasijos a los que quedó reducido el microbús de la Benemérita se les escapó la vida a dos guardias valencianos: Miguel Ángel Cornejo Ros, de Burjassot, casado y de 24 años; y un joven de 20 años del Fondó de les Neus, Santiago Iglesias Godino, cuyo cuerpo no estuvo en el funeral oficial al donar la familia sus órganos.

Diálogo con sangre

ETA acababa de emitir varios comunicados en los cuales mostraba su voluntad de diálogo cuando el 21 de agosto de de 1988 un coche bomba mataba a dos agentes de la Guardia Civil de Tráfico. Uno de ellos era de Ibi y tenía 34 años. José Antonio Ferri Pérez estaba casado y tenía tres hijos de 10, 8 y 3 años.

El guitarrista de Los D-2 de Castelló

Al sargento de la Guardia Civil José Luis Hervás, de 34 años, le quedaba un mes para su traslado a Castelló, ciudad en la que se había criado. Natural de Yeste (Albacete) su familia vivía en la capital de La Plana, donde él había tocado la guitarra en el grupo Los D-2. Le quedaba sólo una asignatura para terminar Derecho. Estaba casado y tenía una hija de 12 años y un niño de 10, pero sus sueños acabaron en la Foz de Lumbier el 25 de junio de 1990 cuando le tiroteó un etarra disfrazado de excursionista.

Encapuchados en Valencia

Poco antes de las 21 horas del 4 de marzo de 1991 dos etarras con pasamontañas entraban en las oficinas de la constructora Ferrovial en Valencia y disparan en la cabeza a su delegado en la Comunitat, el ingeniero valenciano José Edmundo Casany, que tenía 42 años. La banda «justificó» la atrocidad de segar una vida, dejar una viuda y tres niños pequeños huérfanos porque Ferrovial construía la autovía de Leizarán.

De Pasajes a un nicho de Campanar

En el cementerio de Campanar, en Valencia, yacen los restos del guardia civil Francisco Robles Fuentes, asesinado en el muelle del puerto Pasajes el 6 de mayo de 1991 por una bomba colocada junto a una garita. Tenía 21 años y era de Segura de la Sierra (Jaén) pero sus padres vivían en Valencia.

Mutxamel pudo ser un «nuevo» Vic

Cuatro meses después de lanzar un coche bomba sin conductor contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Vic, cuya explosión mató a 9 personas, ETA intentó el 16 de septiembre de 1991una matanza similar en Mutxamel. Erró en sus cálculos y el vehículo fue a estrellarse contra un banco sin estallar. Se pensó que era un coche abandonado y se trasladó a un depósito de vehículos. Al bajarlo de la grúa explotó. La detonación mató al propietario de la grúa, Francisco Cebrián, de 40 años, casado y con cuatro hijos, y a los policías locales José Luis Jiménez y Víctor Manuel Puertas, de 28 y 21 años.

Los dos últimos de 1991

ETA cerró 1991 con 45 asesinatos, sus dos últimas víctimas serían los policías Francisco Javier Delgado y José Ángel Garrido, de 27 y 28. El segundo era valenciano y hacia 17 días que se había casado, mientras que el primero era de Fregenal de la Sierra (Badajoz) pero estaba casado con una valenciana. Fueron tiroteados por la espalda el 13 de diciembre en un comercio de la misma calle donde vivía Francisco. Ambos fueron enterrados en Valencia.

El profesor que nunca llegó a clase

El catedrático Manuel Broseta fue asesinado el 15 de enero de 1992 en los jardines de Blasco Ibáñez de un único tiro en la cabeza cuando se dirigía a dar clase en el aulario de la Facultad de Derecho de la Universitat. Miembro del Consejo de Estado y figura clave de la Transición en las filas de UCD, Aznar estaba intentando convencerle para que encabezara la candidatura del PP a la Generalitat. Había nacido en Banyeres 60 años antes y tenía tres hijos.

Luto en las bandas de música

Los músicos militares valencianos Virgilio Mas Navarro y Juan Antonio Querol Queralt, de 31 y 37 años, salían vestidos de paisano de su cuartel en Barcelona hacia las 13.30 horas del 16 de enero de 1992. El brigada Mas, que era de Buñol, estaba casado y tenía tres hijos, llevaba en su coche a su compañero a la estación del tren. El sargento primero Querol, nacido en San Rafael del Río, iba a coger un tren para pasar unos días en el Puig, donde vivían su mujer y su hijo. Pertenecían a la banda del Gobierno Militar de Barcelona. Un total de 34 tiros silenciaron su música.

Bomba en unos grandes almacenes

El sábado 16 de diciembre de 1995, Josefina Corresa Huerta, auxiliar de clínica de la UCI de la mini Fe de Sagunt, compraba los regalos de Navidad en unos grandes almacenes junto a su hija de 15 años y su marido. Una bomba colocada en el lavabo de señoras le rompió la vida a los 43 años. Su hija mayor, tenía otra más pequeña, y su marido estaban entre los 8 heridos que dejó la explosión. Los etarras planeaban una matanza como la que perpetraron 8 años antes en otro gran almacén de Barcelona, pues colocaron un segundo potente artefacto que no estalló.

«Si me miráis os mato»

El catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Madrid y ex presidente del Tribunal Constitucional, el valenciano Francisco Tomás y Valiente, fue asesinado en su despacho de la UAM por el etarra Jon Bienzobas el 14 de febrero de 1996. « Si me miráis os mato» espetó el terrorista, en su huida, a los profesores y alumnos con los que se cruzo en los pasillos. Tomás y Valiente, de 63 años, estaba casado y tenía cuatro hijos.

Una niña y un jubilado en Santa Pola

El domingo 4 de agosto de 2002, a las 20.30 horas, ETA intentó otra matanza contra una casa cuartel de la Guardia Civil. Silvia Martínez Santiago, que iba a cumplir 7 años, jugaba poniendo y quitando música del lector de CD del ordenador cuando un coche bomba con 50 kilos de Titadyne le robó la sonrisa. Esta hija de guardia civil no fue la única víctima mortal de este atentado, que dejó 34 heridos, ya que también segó la vida de Cecilio Gallego Alaminos, un jubilado de Telefónica que esperaba en la calle a un autobús que le llevara a su casa. Cecilio, de 57 años, casado y con cuatro hijos, había nacido en Alcázar de San Juan (Ciudad Real), pero llevaba más de 30 años viviendo en Torrevieja. Había presidido el club de balonmano local y pertenecía al coro Las Salinas, donde tocaba el laúd y daba clases de guitarra.

Final sangriento a tres años de tregua

El ecuatoriano Carlos Alonso Palate, llevaba cinco de sus 35 años trabajando en Valencia. Con su sueldo mantenía a su madre y a tres hermanos pequeños en Ecuador. El 30 de diciembre de 2006 acompañaba a un amigo que iba a recoger a su esposa en la T-4 de Barajas. Pasaba un minuto de las 9 de la mañana cuando ETA puso fin a casi tres años sin muertes dinamitando el aparcamiento de la terminal con una furgoneta bomba. Carlos, que se había quedado dormido en el coche, fue rescatado sin vida de la montaña de escombros varios días después.