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El pleno de las Corts recuperó ayer cierto clima de normalidad institucional, al menos en las formas, después de la convulsa sesión del día anterior que había acabado con la expulsión del hemiciclo del portavoz socialista, Àngel Luna, y con una polémica de ámbito nacional a raíz del grave insulto del vicepresidente social, Juan Cotino, a la portavoz adjunta de Compromís, Mònica Oltra, de quien puso en duda que conociera a su padre. Los populares, conscientes de que la situación se les había ido de las manos y temerosos del impacto mediático de impedir al socialista preguntar al presidente Francisco Camps, optaron por el mal menor de la rectificación.

A primera hora de la mañana la presidenta de las Corts, Milagrosa Martínez, reunió a los portavoces para pedirles que entre todos colaboraran en rebajar la tensión. Martínez dejó claro a Luna que podría volver al hemiciclo sin problemas. Eso sí, la dirección del grupo popular trató de que la desautorización al vicepresidente de las Corts, Rafael Maluenda, -quien la tarde anterior había echado a síndic socialista del hemiciclo con la indicación expresa de que no regresara a la sesión de control- fuera los más disimulada posible.

Maluenda entró en el hemiciclo con varios minutos de retraso, saludó al presidente Camps y se dirigió a la Mesa de las Corts para reanudar la sesión plenaria con el anuncio de que había reconsiderado su sanción después del "compromiso de todos los portavoces de procurar un mayor respeto" en las Corts. Acto seguido dio la palabra al vicepresidente Juan Cotino, quien desde su escaño pidió perdón a Oltra por las palabras que pudieran ser "ofensivas". La portavoz adjunta de Compromís aceptó las disculpas, aunque advirtió que seguiría trabajando para controlar al Gobierno. Más tarde, en los pasillos de las Corts, Oltra indicó que Cotino debería pedir perdón a todos los valencianos y, especialmente a las mujeres. Tras hablar Oltra, Martínez entró en el hemiciclo para ocupar el sillón de la presidencia no sin antes saludar con dos besos a su sustituto. Y es que el inicio de la sesión fue toda una puesta en escena de la estrategia que el PP trata de llevar adelante y que pasa por por evitar la imagen de nerviosismo ofrecida 24 horas antes y responsabilizar a la la oposición de ser la única responsable de la crispación.

De ahí que durante el debate, los populares se mostraran muy contenidos. El propio jefe del Consell aguantó con mayor aplomo que en otras ocasiones las alusiones de Luna al caso Gürtel e incluso casi ni se inmutó cuando le vino a llamar mafioso al afirmar que su actitud le recordaba a " las situaciones de la Sicilia profunda o de Calabria" que relata Leonardo Scarcia en sus novelas. El socialista acusó al presidente de presionar a empresarios y asociaciones para aislar socialmente al PSPV y volvió a reiterarle la oferta de debatir sobre economía.

Elude el debate sobre economía

Pese a las correctas formas, Camps volvió a evidenciar su desdén hacia el portavoz socialista, a quien prácticamente ni miró durante el debate. Para el presidente es Luna quien se "autoexcluye" del diálogo con sus expresiones y aseguró que el pacto y el diálogo es una seña de identidad de su Consell y su partido. Y para argumentar su afirmación citó acuerdos como el Pavace y los convenios firmados con el Gobierno central. Eso sí, evitó de nuevo la oferta para debatir sobre la crisis y eludió valorar la sentencia del TSJ que anula el nombramiento de Pedro García.