En los momentos duros es saludable mirar atrás para rebuscar un balance satisfactorio que mitigue el dolor reciente. Eso hizo el escritor Joan Francesc Mira en la tercera sesión de los debates valencianistas que acoge la Universitat de València. Lejos de lamentos por lo que pudo ser y no fue, Mira resaltó anteayer aquello que sí que ha sido y parecía imposible. "Hace apenas 40 años -dijo-, el único mapa que teníamos era el de España y el de la provincia de Valencia. No existía el País Valencià como comunidad. El 99% de la gente no sabía que había existido una institución como la Generalitat ni podía pensar en un parlamento como las Corts, con diputados valencianos aprobando leyes.

Tampoco a nadie se le pasaba por la cabeza que el dialecto vulgar que hablábamos pudiera ser impartido en los colegios y las universidades, e incluso que rompería el dominio de la cultura castellana y en castellano en nuestro territorio". Hoy, subrayó, "todas aquellas cotas que parecían imposibles son vistas como normales". "Y nadie creía que tendríamos tantas cosas en tan poco tiempo", remachó.

Esa lectura optimista de los hechos la acompañó Mira de una advertencia con ecos antifukuyamistas: "La historia no se acabado". Todavía es posible, dijo el autor de La nació dels valencians, recuperar la independencia perdida tras la batalla de Almansa de 1707. Según explicó, otras naciones sin pasado de autogobierno y con menos en común que los valencianos (como eslovenos, macedonios o kosovares) han alcanzado el autogobierno. "Es más: cuando el Reino de Valencia tenía constitución propia (los Furs), moneda propia, representación civil en las Corts y lengua oficial, más de la mitad de los estados europeos actuales no lo habían tenido nunca", señaló. Por ello, y por fe en el proyecto político que ha defendido activamente toda su vida, Joan Francesc Mira considera que todavía es posible alcanzar ese ideal nacionalista que en las últimas elecciones autonómicas no abrazó ni el 8,5% del electorado (206.000 votos).

De las "ideas" a la "acción"

Para materializar esa idea que algunos creen platónica, precisamente hay que "abandonar el mundo de las ideas" y pasar a la "acción". Él ha militado en UPV y ahora integra las filas del Bloc. Por eso, sabe lo que dice cuando identifica la principal lacra del valencianismo. "No hemos conseguido la transferencia política de ese movimiento ideológico. Nos ha faltado la articulación de una formación política propia. Y sin ella, el futuro a corto plazo lo veo bloqueado", aventuró.

Otro mal inesperado que preocupa a Mira es "el peligroso retroceso en el uso real del valenciano por la falta de transmisión de padres a hijos y la llegada de inmigrantes. El valenciano ha pasado de lengua mayoritaria a minoritaria. Y no veo que se pueda revertir eso", alertó.

Preguntado por la revisión actual del fusterianismo, Mira fue muy claro. "Fuster se aferró a una identidad de base catalana porque en su época no había ni el conocimiento historiográfico actual ni tenía suficiente potencia decir 'som valencians'". Ahora, vino a decir, Fuster miraría menos al norte. Y sobre todo, rechazaría catecismos basados en él.