Ni la muixeranga ni la quatribarrada ni el pensamiento de Fuster. Los grandes tótems simbólicos del valencianismo -en proceso de revisión y desleimiento- no servirán para bastir el proyecto común de los valencianos. El futuro del País Valencià depende de algo más tangible y prosaico: un tren. El corredor ferroviario que conecte por el eje mediterráneo las mercancías de la Comunitat Valenciana con Cataluña y el centro de Europa es, según el geógrafo Josep Vicent Boira, el instrumento más útil para "avanzar en la consolidación, solidificación y cohesión del país". "Yo puedo repetir mil veces un himno o una bandera, pero si no hago pensar a la gente en clave de intereses estratégicos propios [léase beneficios económicos, prosperidad], no estaré consolidando mi sociedad", subrayó el profesor Boira en el seminario valencianista que acoge la Universitat de València.

En su opinión, el eje mediterráneo es el "mapa" que necesita asumir la Comunitat Valenciana. "Hemos de pensar en la geopolítica de la media distancia, más allá de nuestras fronteras autonómicas. Y una eurorregión entre Alicante y Lyon que constituya una potente región urbana y territorial debería ser nuestra tarjeta de presentación". Además, dijo, es la opción económica de futuro más firme ahora que la crisis obliga a "volver a vivir de la economía productiva basada en las exportaciones".

Pero no es sólo una cuestión económica o de "supervivencia material" de la sociedad valenciana. El corredor mediterráneo, sostuvo Josep Vicent Boira, también ayudaría a resolver dos grandes obstáculos para el proyecto valencianista. Por un lado, "las tendencias cantonalistas de Alicante tienen las de perder con ese eje mediterráneo. La idea de Alicante como un baluarte aislado y cerrado en sí mismo perdería crédito", y la provincia del sur se sentiría más integrada en el ideal valencianista.

Por otro lado, el corredor mediterráneo "desbloqueará las relaciones entre Valencia y Cataluña", "normalizará" las relaciones políticas a medida que aumente la imbricación económica y "hará más difícil el anticatalanismo" por la convergencia de intereses entre ambos territorios. Un primer síntoma de esa normalización canalizada a través de los intereses estratégicos se pudo ver el mes pasado en la reunión entre empresarios valencianos y catalanes. "A nivel empresarial y académico está muy desarrollado el eje mediterráneo, pero la asignatura pendiente es que los políticos se pongan a hablar", añadió el profesor de la Universitat de València, que publicará en un mes su libro La Commonwealth catalano-valenciana.

Menos "derrotismo" nacionalista

Boira considera imprescindible que la Comunitat Valenciana diseñe su propia agenda geopolítica para que "otros no la diseñen por nosotros". Por ahí pasa la solución de la cuestión valencianista, remarcó. Su análisis sobre la actualidad es optimista: "En los últimos años, incluso yo diría que en los últimos meses, hemos entrado en un momento realmente bueno y estamos remontando una fase de derrotismo e introspección", destacó. Ahora se ha recuperado el "nervio" nacionalista, pero hace falta "dar un paso en la materialización de la teoría". La primera estación de ese camino político podría ser el corredor ferroviario de Algeciras a Estocolmo que conectaría a Valencia con Europa.