Quince de los 187 faros en funcionamiento en España jalonan los 644 kilómetros de costa de la Comunitat Valenciana. Nueve de ellos, que guían el tráfico marítimo desde el siglo XIX, son torres cargadas de historia y sólo tres tienen menos de 40 años. Aunque todos operan de forma automática, siete de ellos aún estan habitados por fareros, un cuerpo de funcionarios con fecha de caducidad puesto que desde hace 17 años no se convocan oposiciones.

La soledad y la vida calmada que acompaña a un oficio cuya imagen ha sido idealizada por los anuncios de una conocida marca de café soluble nada tiene que ver ya con la realidad de estos últimos fareros valencianos. Integrados en los equipos de señalización marítima de las tres Autoridades Portuarias de la Comunitat Valenciana, además del mantenimiento de sus propios faros, cuyo funcionamiento ininterrumpido está supervisado por un sistema centralizado de telecontrol informático, se encargan de la asistencia técnica de otras torres y de la reparación de la red de balizamiento de puertos cercanos. Eso sí, cuando se jubilen, deberán abandonar la vivienda del farero a la que tienen derecho.

Conservar edificios históricos

La Ley de Puertos permite desde hace siete años el uso compartido de los faros deshabitados con el fin de evitar su abandono y obtener fondos para aminorar el coste de la conservación de estos edificios, la mayoría de ellos decimonónicos.

Así, bien a través de convenios con otras Administraciones públicas o concesiones a empresas privadas, se abrió la posibilidad de reconvertir estas atalayas costeras con envidiables vistas al mar en instalaciones de uso cultural o en restaurantes, bares y pequeños hoteles o casas rurales.

Esta idea original chocó de bruces con la burocracia, ya que la farragosa tramitación de las solicitudes y la obligatoriedad de que dichos usos compartidos fueran autorizados en última instancia por el Consejo de Ministros, han restringido esta posibilidad a apenas uno de cada cuatro de los 187 faros, ninguno de ellos en la Comunitat Valenciana. La mayoría de las 45 autorizaciones que se han aprobado desde 2003 son acuerdos institucionales con ayuntamientos, ejecutivos autonómicos o centros de investigación, y sólo se han abierto seis restaurantes en faros en activo. En ninguno de los casos se han concedido permisos para albergues o casas rurales.

Las Autoridades Portuarias de Valencia, y Castelló, señalan que no tienen ninguna solicitud mientras que desde la de Alicante reconocen el interés del Ayuntamiento de l'Alfàs del Pi por abrir un centro de interpretación de la naturaleza del Parc Natural de Serra Gelada en el faro de la Punta de l'Albir, donde sólo se puede acceder a pie.

Agilización de tramites

El Gobierno está tramitando en el Congreso de los Diputados una reforma de la Ley de Puertos, que flexibilizará la aplicación de estos usos compatibles de los Faros. Desde Puertos del Estado explican que de lo que se trata "es que haya peticiones". Para ello se agilizan los trámites dejando los permisos en manos del Ministerio de Fomento, que autorizará el proyecto "siempre que informe favorablemente tanto la Autoridad Portuaria como Puertos del Estado".

No obstante, pese a las facilidades que ofrecerá el nuevo marco legal, el cartel de "se alquila faro" seguirá siendo muy restrictivo pues excluye en todos los casos "la torre, la luminaria y las dependencias relacionadas con la maquinaria de la instalación", explican desde Puertos del Estado. Es decir, que las concesiones administrativas se limitan prácticamente a la antigua vivienda del farero, que en muchos casos "apenas tiene 100 m2, con lo que no todos los faros son susceptibles de albergar más allá de un pequeño restaurante", relatan las mismas fuentes. En los faros situados en la primera línea de costa, todos los de la Comunitat Valenciana a excepción del de Canet, no se permitirán obras que incrementen el volumen construido. Otro de los condicionantes es que las luces de la actividad que se autorice no interfieran las señales del faro.

El alcance de esta reforma de la Ley de Puertos no tendrá consecuencias inmediatas en la Comunitat Valenciana, donde siete de los 15 faros están habitados: Orpesa y Peníscola, en Castelló; Canet y Cullera, en Valencia; y, en Alicante, cabo de Sant Antoni (Xàbia), Las Huertas (Alacant) y Santa Pola.

Otros tres de época reciente, el de Irta -en el término de Peníscola que pertenece al Parque Natural de la Serra d'Irta-, el de Nules y el de Castelló, carecen de instalaciones susceptibles de ser dedicadas a otros usos diferentes. En esta situación se encuentra también el del puerto de Valencia.

Zonas protegidas

Igualmente está en un Parque Natural el faro de les Illes Columbretes, donde el acceso limitado a este espacio protegido imposibilita la utilización hotelera de esta instalación costera. En Alicante, el faro de la isla de Tabarca no está habitado pero "está protegido al tratarse de un Bien de Interés Cultural (BIC), por lo que será complicado que se pueda acoger a esta posibilidad", explican desde la Autoridad Portuaria alicantina.

Desde esta institución explican que aunque hoy por hoy "no tienen ningún proyecto de nada", los casos más factibles de poder albergar algún uso diferente son el del cabo de la Nau (Xàbia) y de Las Huertas. "Estamos a la espera de que salga la nueva ley para analizar las nuevas condiciones de acceso -añaden-, pero pensamos que tanto en Tabarca como en l'Albir no va a ser tan sencillo", concluyen.

Columbretes, el peor destino de la Península

El faro de Columbretes era considerado el peor destino de toda la Península. Levantado en la colina norte de l'Illa Grossa, a 65 metros sobre el nivel del mar, se inauguró en 1859 y estuvo habitado hasta su automatización en 1961. La gran amenaza para los fareros eran las víboras que poblaban el archipiélago. En los tres años que duraron las obras se llegaron a cazar 2.700, dedicando a esta tarea reos condenados a muerte. Tras varias muertes por mordeduras, se enviaron cerdos inmunes al veneno que acabaron con las víboras hacia 1890. En 1869 el farero de Cabo Blanco, ante la posibilidad de ser trasladado a Columbretes, se quitó la vida. Castelló también cuenta con los dos únicos de los 187 faros de España diseñados por mujeres: el de Nules, obra de la arquitecta Blanca Lleó, y el de Irta, proyectado por Rita Lorite. r. m. valencia