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Dice un dicho valenciano: "Els uns pels altres i la casa per agranar". Igual de conocido es el refrán de "pegar-li voltes al nano". La unión de ambas expresiones arrojaría una descripción aproximada de lo que ha sucedido con el valenciano en las últimas décadas. La ausencia de un consenso sobre el modelo lingüístico ha restado fuerza a la lengua propia mientras su uso social ha ido en declive. Ésa es la advertencia que lanza la lingüista Nathalie Torres. En la séptima conferencia del ciclo sobre valencianismo que acoge la Universitat de València, Nathalie Torres afirmó que "la pregunta que hace años deberían haber contestado los responsables de la política lingüística en el País Valencià no es qué clase de valenciano hay que utilizar, sino si quieren hacer del valenciano una herramienta práctica de comunicación, un elemento de dignificación social, de afirmación, de autoestima y de cohesión social".

Según lamentó Nathalie Torres, "nos hemos dedicado 30 años a hablar del modelo lingüístico y todavía no hay unanimidad. Y mientras, el proceso de sustitución lingüística avanza sin parar. Porque, en el fondo, hablar del modelo lingüístico es la excusa perfecta para no hacer políticas lingüísticas que posibiliten la recuperación social del valenciano".

De la actuación de los gobiernos autonómicos, Nathalie Torres fue clara. Entre 1983 y 95, los gobiernos socialistas lograron hitos "históricos" como "el reconocimiento jurídico del valenciano" y "la universalización de la enseñanza en el ámbito educativo". Sin embargo, la "timidez" y la "falta de ambición" del PSPV desembocaron en la "ambigüedad" y en la "renuncia a desactivar el conflicto lingüístico sobre el nombre y la identidad de la lengua".

La entrada del PP en la Generalitat, en 1995, ha supuesto una "contraplanificación lingüística" con medidas de carácter "regresivo e incluso represivo". Aunque disfrazada de una "identidad lingüística genuinamente valenciana y popular", sostiene Torres, esta contraplanificación del PP tiene un objetivo: "profundizar en los hábitos castellanizantes de las élites en el poder" y lograr "el estancamiento de las iniciativas de valencianización social". Conclusión: "A pesar de estar dirigida por partidos diferentes, la política lingüística de los gobiernos autonómicos ha sido muy similar en la falta de voluntad normalizadora".

Críticas al coloquialismo de la AVL

Nathalie Torres atacó la labor de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) porque "va demasiado lejos en el ámbito del particularismo y la coloquialización, y parece haber disimulado la ideología lingüística del secesionismo con una pretendida voluntad unitarista". Sin embargo, alerta la lingüista de la Safor, "parapetarse en el conflicto lingüístico y aislarse del resto de la comunidad lingüística catalana" sería "suicida". ¿Cuál es, por tanto, la receta de Nathalie Torres? Un equilibrio entre el valenciano coloquial y el catalán oriental. "Entre el fabrismo y la AVL -destaca Torres- existe una tradición gramatical que, desde el particularismo valenciano, debería progresar y confluir en un modelo convergente garantizado por una adecuada difusión social". De momento, eso sí, la casa sigue por barrer.