El abogado Enrique J. Vila (Valencia, 1965) ha reflejado en la novela "Bastardos" el desvivir de miles de hombres y mujeres que nunca conocieron a sus madres biológicas, al haber sido dados en adopción recién nacidos, pero que, sin embargo, viven con el único anhelo de encontrarlas. En la orilla de enfrente, miles de mujeres -"cada vez más, es una avalancha"- buscan a los hijos que parieron siendo adolescentes y que les obligaron a dar en adopción, muchas veces drogadas, anestesiadas o bajo una intransigente presión familiar y social.

El autor también es un expósito que ha dedicado su vida y el mejor hacer de su oficio a ayudar a otros a encontrar la mirada y los ojos de la madre biológica.

"El nombre se me ocurrió porque en realidad somos bastardos, en inglés es cierto que este término es un insulto, pero en castellano apela al hijo nacido de una unión no matrimonial, que es lo que somos y lo que soy", afirma el letrado.

Entre dos y tres millones de bebés fueron dados en adopción en España en la década de los sesenta. De hecho, explica Vila, en Valencia hay muchos niños nacidos en la Clínica San Ramón de Madrid que viven en municipios de l'Horta Sud (Catarroja, Silla, Massanasa...).

"Había un taxista que les traía secretamente y lo que estamos descubriendo ahora es que en esa época se simularon muchos partos, es decir hubo muchos casos de recién nacidos que se inscribieron como hijos biológicos de mujeres que nunca estuvieron embarazadas", indica el abogado que destaca: "aquello era robo de bebés".

400.000 pesetas por un bebé

De hecho, los falsos padres de uno de sus clientes, que nació en 1969 en la Clínica Servet de Zaragoza, pagaron 400.000 pesetas por el neonato. "Lo inscribieron como hijo biológico, siendo mentira".

Cada día le llegan nuevos casos de partos simulados, "hay muchísimos más casos de lo que yo pensaba", confiesa Enrique J. Vila que precisa que de esta forma los padres impostores evitaban los trámites de la adopción, al inscribirlos directamente en el Registro Civil como hijos biológicos.

Una de las tretas utilizadas en la época para que el recién nacido no tuviera filiación, era mostrar a la puérpera fetos muertos para que jamás reivindicara a la criatura que acababa de dar a luz, haciendola creer que había nacido sin vida.

El drama ferozmente ocultado durante más de cuarenta años era que el 90% de las mujeres que dieron a sus hijos recién nacidos en adopción, "fueron coaccionadas, engañadas, drogadas, estafadas..., la mayoría era menor de edad porque entonces la mayoría no la alcanzaban hasta los 21 años, que se veían forzadas a dar a los hijos, que para muchos eran 'del pecado', por la presión social y religiosa".

La desesperación de las madres

En los últimos meses, Enrique J. Vila ha observado un nuevo fenómeno de búsqueda: la avalancha de mujeres que dieron a sus hijos en adopción y que a pesar de haber dado entonces su consentimiento, ahora los buscan con ansia.

"Bastardos" relata el desolador peregrinaje de diez expósitos reales, con identidades y localizaciones ficticias para preservar su identidad, en pos de su madre biológica y los encuentros que surgen tras franquear cientos de obstáculos. "En la primera parte recojo historias de mujeres embarazadas, en condiciones desagradables la mayoría, y de cómo deciden dar a luz y en la segunda, la de esos niños convertidos ya en hombres y mujeres que vienen al despacho a buscar a sus madres".