La Plataforma Antitaurina de Valencia cuestionó hoy en un comunicado el "arraigo" de algunas modalidades de espectáculos taurinos populares y afirmó que, desde el punto de vista legal, "se remonta a poco menos de tres décadas". Asimismo, denunció el "elevado número" de víctimas mortales que se registran en estos actos, que supera la treintena de fallecidos en los últimos nueve años, así como los cerca de 500 heridos anuales, al igual que criticó el "maltrato al que son sometidos los animales".

Esta entidad, en un estudio realizado sobre la legislación estatal y autonómica en materia de espectáculos taurinos populares, señala que "desde un punto de vista legal, el arraigo de los espectáculos taurinos populares se remonta a poco menos de tres décadas". El colectivo remite a la Orden de 15 de marzo de 1962, del Ministerio de la Gobernación, por la que se aprobó el texto refundido del Nuevo Reglamento de Espectáculos Taurinos, según el cual, "queda prohibido en absoluto se corran toros o vaquillas ensogados o en libertad por calles y plazas de las poblaciones".

El texto añade que los alcaldes, "bajo su más estrecha responsabilidad, cuidarán de la eficacia de esta prohibición". La plataforma añadió que no será hasta la publicación de la Orden de 10 de mayo de 1982, del Ministerio del Interior, por la que se regulan los espectáculos taurinos tradicionales, "cuando se incorporen este tipo de espectáculos al resto de modalidades autorizadas, con la finalidad de mantener la afición de los ciudadanos y facilitar oportunidades de regocijo de los mismos". De hecho, señaló que la primera normativa autonómica en materia de espectáculos taurinos populares será la Orden de 22 de junio de 1989, de la Conselleria de Administración Pública.

Por otro lado, la Plataforma exigió al Consell que preste el "mismo esfuerzo que dedica a la declaración de los espectáculos taurinos como Bien de Interés Cultural, al grave problema de salud pública que suponen los muertos y heridos en estos espectáculos, dado que, durante el periodo 2000-2009, perdieron la vida en estos espectáculos en la Comunitat más de una treintena de personas, y otras quinientas resultaron heridas anualmente".

En esta línea, calificó de "muertos de segunda" el trato "que reciben las víctimas mortales en estos espectáculos, dado que, nunca tienen más responsable que la propia víctima". De hecho, el colectivo considera quelas muertes "no son accidentes, ya que las embestidas de los animales forman parte de la esencia de este espectáculo".

Para la entidad, "tan responsable es quien se pone delante del toro, como los Ayuntamientos, que son quienes programan este espectáculo en sus fiestas, o el Consell, que es quien los autoriza, dado que se trata de un espectáculo en el que todos los años muere gente y se producen cientos de heridos anuales".

Por ello, añade: "ninguna nueva normativa podrá evitar las muertes en estos espectáculos, porque no se puede regular un empujón, ni un tropiezo", por lo que considera que "los percances mortales son inherentes al espectáculo". Para la Plataforma, "el solo hecho de que los políticos valencianos estén solicitando la declaración de este tipo de espectáculos como Bien de Interés Cultural, cuando todos los años pierden la vida en ellos cuatro o cinco personas y otras quinientas resultan heridas anualmente, es intolerable".

Para el colectivo antitaurino valenciano, este tipo de iniciativas del Consell "responde a motivaciones políticas así como a intereses económicos" y expresó su "plena confianza" en que las universidades "no ampararán la propuesta de la Conselleria de Gobernación, elaborada por la Comisión de Asuntos Tradicionales Taurinos, para que este tipo de espectáculos sean declarados Bien de Interés Cultural", dado que "los espectáculos taurinos populares, así como las corridas de toros, contravienen la esencia misma de los valores que representan las instituciones universitarias".

En esta línea, la entidad puso como ejemplo el reciente posicionamiento público de la Facultad de Biología de Valencia, que se ha declarado antitaurina, "fundamentando esta decisión en el hecho de que los toros experimentan dolor, estrés y sufrimiento con características semejantes a las de los seres humanos".