Si existe un fenómeno de masas en la Iglesia, ese es Kiko Argüello y el Camino Neocatecumenal. Valencia ya lo vio en 2006, en el multitudinario acto tras la visita del Papa (ahora en investigación judicial por la contratación de empresas de la trama Gürtel). Ayer tuvo otra prueba, con una nueva visita del iniciador de este movimiento católico. Un millar de personas llenó el salón de actos del seminario de Moncada. Entre ellos, niños que se dejaron oír, familias, sacerdotes y, por delante, la autoridad eclesiástica al completo: el arzobispo Carlos Osoro, sus dos auxiliares y el vicario general. También la cúpula de Universidad Católica de Valencia. En el exterior se instaló una pantalla, pero estuvo poco concurrida; tal vez porque se accedía con invitación. Argüello vino para cerrar el ciclo de conferencias Dies Academicus del CEU, pero su discurso fue más prédica que ponencia académica.

Todo de negro sobre una camisa blanca, fue recibido de pie y entre ovaciones cuando entró en la sala precedido de Carmen Hernández -la otra fundadora del Camino- y el arzobispo. Tras la presentación ("discípulo extraordinario de Cristo resucitado", dijo de él el capellán mayor del CEU), sacó su biblia con tapas de plata, la besó, pidió un micrófono de mano -no se sentó ni un segundo en casi una hora de predicación-, cogió la cruz, la puso dominando el estrado y empezó con una oración.

Evangelización y cultura era el título de la conferencia, pero Argüello -pintor de carrera- prefirió dar unas "pinceladas impresionistas". Desde destacar que la Iglesia no tiene una estética definida hasta ensalzar que el Camino Neocatecumenal "tiene el número más alto de hijos en Europa, más que los musulmanes, gracias a Dios". En Europa, dijo, faltan 50 millones de cristianos y, por ello "necesitamos musulmanes, ucranianos y africanos". Acusó de ello a la idea de la paternidad responsable, que ha afectado también a la Iglesia y ha llevado a considerar lo normal tener uno o dos hijos, señaló.

Del preservativo al divorcio

Con un tono de voz in crescendo, clamó que "el acto conyugal es un sacramento y si le pones impedimentos ya no es sagrado". Ni píldora, ni preservativo ni retirarse, dijo. Todo anticonceptivo "falsea" el acto conyugal, impide que la pareja "reciba la gracia" y, por eso, sentenció, también hay miles de divorcios.

Hoy, reconvino, "todos se divorcian y mucha culpa la tienen los curas y los obispos, que no siguen a Pedro y a Pablo VI". Delante de Osoro, lamentó que algunas iglesias locales -citó Austria- sólo piensen en los cristianos como cifra para obtener dinero.

A esta postura contrapuso la del Camino, donde "el acto conyugal siempre está abierto a la vida, aceptando los hijos que Dios te dé". Su movimiento, proclamó, "salva a la familia" y esta "salva a la Iglesia y a la sociedad". Puso el ejemplo de Suecia como paradigma de la soledad y "a eso quieren llevar a España, a destruir la familia".

No fue la única diatriba contra la Iglesia oficial. "Muchos curas no tienen fe", afirmó. "No hay fe sin sin humildad y humíllalo [al clérigo] y verás cómo se revuelve como una serpiente. No es cristiano". Lo afirmó al hablar de la crisis y de que los "paganos" se angustian por el dinero y porque no tienen trabajo. "No así vosotros, cristianos". Grecia puede caer mañana, y luego Portugal, Italia y España, predicó. Puede haber "miles de muertos de hambre", que "se retuercen por el dinero", pero no es la actitud del cristiano del Camino, que sabe que "no es ésta nuestra casa; somos del cielo". Para misa de domingo, valen otros, para ser kiko -nombre popular del movimiento- valen los que repudian el dinero y el egoísmo, dijo. El objetivo: "Vamos a dar grande batalla al demonio".

La clave está en la vida eterna. Por ese mismo argumento, el Camino no contempla ni la separación ni el divorcio e, incluso,, la mujer "acepta ser tratada injustamente", porque existe otra justicia. Por ese "don sobrenatural" de la fe y de creer en la vida eterna, "no estamos desesperados nunca; no miramos con horror a la muerte, ni a la vejez, ni a la enfermedad".

Al final, más aplausos encendidos. Y palabras de gratitud de Osoro, por su "testimonio de fe", pese a las reconvenciones escuchadas contra sacerdotes y obispos (algunos). Los kikos forman hoy 19.000 comunidades en todo el mundo.