­­El valenciano Roberto Castañeda, alumno de la Politécnica de Valencia, lleva tres de sus 24 años estudiando para ser ingeniero informático en la Universidad KTH de Estocolmo y trabajando en este país nórdico, donde su proyecto de fin de carrera ha sido elegido como el mejor de 2010 por la Sociedad Sueca de Inteligencia Artificial (SAIS).

Castañeda trabaja en Cinnober, una firma que desarrolla soluciones informáticas para las bolsas de Italia, Chicago y Hong Kong o el Deutsche Bank. Fue allí donde se le ocurrió aplicar la técnica de programación con restricciones, propia de la Inteligencia Artificial, a la verificación del sistema financiero en el que estaba trabajando. Y la idea, que el jurado de la SAIS ha premiado por su originalidad, ha resultado ser todo un éxito. «Funciona mejor de lo que nadie podría haber soñado», asegura su tutor en Cinnober, Christian Schulte.

El jurado de la SAIS alaba la singularidad de tu propuesta, una idea que cuentas que se ocurrió justo antes de irte a dormir...

No sé si tiene base científica, pero a veces, esos minutos que hay entre la vigilia y el sueño me traen ideas frescas relacionadas con problemas con los que trato a diario. En una de esas me vino a la cabeza aplicar programación con restricciones para probar el sistema de comercio en el que trabajaba. ¡He de convencer a mi jefe para que me deje dormir la siesta!

¿Qué aporta la programación con restricciones a la verificación de sistemas financieros?

Digamos que nos permite modelar el núcleo de estos sistemas de una manera simple a la vez que formal. Una vez tenemos un modelo con estas características, resulta posible automatizar ciertas verificaciones que antes se hacían a mano. El resultado es que podemos realizar muchas más pruebas en el mismo tiempo. Además, podemos dejar el sistema "auto-verificándose" y dedicarnos a otras tareas más interesantes.

Tu idea ya se aplica en la empresa donde trabajas. No todos los jóvenes investigadores pueden decir lo mismo ¿Crees que esto hubiera sido posible en España?

Posible, sí, pero menos probable: en España hay menos empresas de desarrollo de software que traten de aplicar nuevas ideas. Y la mayoría de la innovación se concentra en Barcelona y Madrid, lo cual deja pocas oportunidades para estudiantes de ciudades como Valencia. En esto Suecia, o al menos Estocolmo, es bastante diferente: aquí se respira informática y las ideas novedosas son bien recibidas.

¿Qué tiene la universidad extranjera que no tenga la nuestra?

En Suecia y otros países nórdicos, un aspecto muy positivo es el alto nivel de inglés. En la universidad, todo el mundo lo domina. Esto les da mucha visibilidad, teniendo en cuenta que es el idioma estándar en la mayoría de los campos de la investigación científica. La universidad española en este sentido tiene todavía un amplio camino que recorrer, nos queda por lo menos un par de relevos generacionales.

Supongo que este premio te abrirá muchas puertas ¿Qué piensas hacer ahora?

Tengo claro que quiero seguir el camino de la investigación. Dónde y cómo, todavía no lo tengo decidido al 100%. Tengo la posibilidad de unirme a un proyecto de investigación en el Instituto Sueco de Ciencias de la Computación (SICS) y la de volver a Valencia y solicitar una beca para empezar un doctorado. Ya veremos...

¿Recomiendas a otros universitarios como tú que se marchen a estudiar fuera de España?

¡Sin dudarlo! Todo lo que se aprende, dentro y fuera de la universidad, los amigos internacionales, el uso de otras lenguas, la visión global que se adquiere... un año en el extranjero te puede dar muchísimo. Para los que duden por pereza o por miedo a lo desconocido, he de decirles que conozco a muchos ex-Erasmus y ninguno se arrepiente.

¿Pero con las becas que hay es posible esa aventura?

Dependiendo de qué ciudad, las becas no te cubrirán ni el 50% de los gastos de la vida diaria. Yo tuve la suerte de contar con el respaldo económico de mis padres. Supongo que familias con recursos más limitados, aún pudiendo optar a becas adicionales, lo tendrán más complicado. Deberíamos vigilar que los programas de intercambio internacionales no se conviertan en un mecanismo de polarización económica más. Se necesitan más ayudas, pero tal como está el panorama me contentaría con que se distribuyeran mejor.