El mismo vendaval de inversiones inmobiliarias y apuestas por los grandes proyectos que ha metido plomo en las alas de las cajas de ahorro valencianas, sumergidas en fusiones frías con otras entidades en las que han dejado de tener el control, ha otorgado a la Generalitat el dudoso honor de ser líder durante diez años del endeudamiento autonómico en España. En diciembre de 2000, todavía con el ex ministro Eduardo Zaplana al frente de la Generalitat, la Administración valenciana se puso por vez primera líder al superar a Galicia en volumen de deuda en función del Producto Interior Bruto (la riqueza generada por cada autonomía), 9,8% frente al 9,4%, y desde entonces no ha dejado el primer puesto durante toda la década posterior a la entrada en vigor del euro y el consiguiente afloramiento de millones en dinero negro, caldo de cultivo del auge urbanístico.

No sólo eso, sino que incluso ha ido despegándose del resto de comunidades. Sólo la Generalitat catalana le ha aguantado el "ritmo Indurain" al endeudamiento del Consell de Camps que, según los últimos datos del Banco de España, arrastra un lastre de créditos que alcanza el 15,1% del PIB valenciano, frente al 12,9% de Cataluña. La deuda es muy superior a la media de España, el 9%. En el último trimestre, entre diciembre de 2009 y marzo de 2010, el endeudamiento ha crecido en 1.026 millones.

Con Lerma, los sextos

Tras llegar al poder en junio de 1995, el PP se encontró con una carga heredada de la Administración Lerma equivalente al 6,5% del PIB regional, casi en la media española, el 6%. La valenciana, con 2.750 millones, era sexta en un "ranking" en el que mandaba Navarra (10,4%) y le seguían Galicia (8,5%) y Cataluña (8,3%). Lerma, economista, no tiene entre sus defectos el de la prodigalidad. Es conocida la obsesión en aquella época del actual senador por hacer que la Ciudad de las Ciencias fuera, amén de emblemática, rentable. De ahí que planificara una Torre de Telecomunicaciones repleta de oficinas cuyos alquileres debían contribuir al costosísimo proyecto.

Zaplana enterró este elemento y quiso darle un aire propio al complejo, previendo un Palacio de la Ópera y sumando l'Oceanogràfic. Camps añadió elementos, como el Ágora, cuyo uso sigue siendo un arcano. La llegada de Zaplana y la puesta en marcha de la era de los grandes proyectos a golpe de presupuesto público inicia la carrera del endeudamiento valenciano, que culmina cinco años después, a finales de 2000, cuando los préstamos (6.004 millones) suponen el citado 9,8% del PIB. La media española, en cambio, a penas había variado, con el 6,3%.

Zaplana se fue a Madrid en julio de 2002. A finales de ese ejercicio había 7.101 millones, el 10% del PIB. Camps accedió al cargo en junio de 2003. Durante su etapa ha llegado a ser el doble de la media nacional, como en septiembre de 2007 -el 11% del PIB frente al 5,5% en España. Los 15.356 millones de marzo suponen un aumento del 458% o 5,5 veces más que el heredado de Lerma y un 119% o el doble de la etapa Zaplana.

En cuanto a las empresas públicas, con 2.368 millones (el 2,3% del PIB), la valenciana es la segunda con más deuda en marzo, tras Cataluña (7.407 millones).