Durante siglos, el promontorio de la montaña de Cullera, conocida también como la Serra de les Raboses, sirvió de plataforma para la vigilancia de una extensa zona de costa que abarcaba desde Valencia hasta Denia.

Casi 400 años después, la amenaza de piratas y berberiscos tiene ahora tintes de tragedia con las pateras que intentan eludir la intensa vigilancia del Estrecho desplazándose a zonas presuntamente menos vigiladas. También los narcotraficantes han buscado en los últimos años sortear la vigilancia de la Guardia Civil y de Vigilancia Aduanera evitando las zonas "calientes" más próximas al continente africano

Desde hace unas semanas, el nuevo radar del Sistema Integral de Vigilancia Exterior (SIVE) situado sobre la montaña de Cullera se encuentra plenamente operativo y vigila una franja en forma de abanico cuyo alcance máximo es de 20 millas náuticas. El nuevo "radar de Cullera", situado justo al lado del otro radar, el que desde hace casi dos décadas vigila las precipitaciones torrenciales en la Comunitat Valenciana, se complementa con las ya instalados en Cabo Roig (Torrevieja), Santa Pola, Sierra Helada (Benidorm), Denia y Sagunt.

Cada una de estas estaciones dispone de un radar con un alcance de 20 millas náuticas y una cámara de infrarrojos que puede realizar el seguimiento nocturno de las embarcaciones sospechosas.

El Ministerio del Interior ha invertido 3,8 millones de euros en las estaciones de Sagunt y Cullera. Ambas están conectadas con un Centro de Control situado en Alicante desde el que se coordina la intervención de las patrullas marinas de la Guardia Civil y, en su caso, se movilizan los efectivos terrestres.

El SIVE ha recibido muchas críticas por su elevado coste y por una supuesta falta de efectividad en varios desembarcos de inmigrantes ilegales y de alijos de droga en costas valencianas que la vigilancia no pudo evitar. El Ministerio del Interior mantiene sin embargo la plena confianza en el SIVE y cree finalizada la fase de ajustes.