El metro llega a la parada de Jesús a las 10.38. Aunque "con miedo", como siempre que coge la Línea 1 desde que perdió a su hermana Maika en el accidente, Rosa Garrote se sube al convoy. Nada más escuchar la primera pregunta personal, la evita y aclara por qué ha venido a este doloroso vía crucis junto con otros treinta y tantos familiares de las víctimas. "No quiero dar pena ni contar mi vida a nadie. Lo único que pido es una investigación real del accidente y que se cumplan ya los compromisos de la comisión de investigación" para reforzar la seguridad en la Línea 1.

El tren llega a Patraix. Primera parada. Todos bajan. Minuto de silencio en el andén y a esperar el siguiente metro. En el interludio, Amparo Medina recuerda a su hermana Rosa. "Era feliz con cualquier cosa. Le gustaba leer, el cine y era muy cabezota", recuerda. Por eso, le hubiera gustado ver a su hermana volver a preguntarse una y otra vez "qué pasó, por qué no se reforzó la seguridad y qué significa el silencio de Camps, que hace esto más dolorosoÉ".

Esta fuerza e indignación contrastan con el silencio de una mujer que espera en la estación de Hospital vestida de riguroso luto por su marido muerto en el siniestro. "Lo más duro es la soledad", dice antes de romper a llorar y pedir que por favor olvide su nombre y el de su difunto marido. Soledad personal; soledad institucional; soledad de la sociedad civil, que hoy se cruza con las víctimas con las prisas propias y enajenadas de cualquier otro día. Sin acompañarles en su dolor.

El tren sale a la superficie y llega a Sant Isidre. A la luz del día se ve mucho mejor la camiseta de Francisco Hernández, que lleva sobreimpresionado el rostro de su mujer, Milagros López. Era guapa. "Sí -agradece el viudo-, pero me la dieron a trozos, y cuando la vi sólo le quedaba un pedacito de cara", afirma con crudeza. Desde aquel día, en el que esperaba la llegada de su mujer en la misma estación de Torrent con su nieto de un año para que enseguida lo viera su abuela, Francisco ha sufrido cinco infartos, ha pasado por psicólogos y psiquiatras, apenas duerme y su vida es "una porquería". "Eso es lo que he heredado yo de los políticos. Pero con nosotros no van a poder", zanja.

"Somos mierda para Camps"

El metro llega a València Sud, cuarta parada, y se encamina a Paiporta. Allí se dirigía hace cuatro años Hipólito Muñoz, un albañil que se acababa de jubilar. "Pero aquí ya no llegó", masculla con la voz trémula su viuda Carmen. Llevaban 50 años juntos. Está "muy sola sin él" y enormemente dolida. "Porque que Camps no nos haya recibido demuestra que para él somos mierda, y ponlo así de claro y que yo lo vea al lado de mi nombre", ruega Carmen antes de la parada.

En el andén hay un hombre con la camiseta de la asociación al que casi nadie conoce. No tiene familiares muertos ni heridos en el accidente. Simplemente, ha venido porque la hija de un amigo sufrió graves heridas. Sin ganas de adoctrinar a nadie, José Luis Fabra dice que "es lamentable que no haya más implicación de la sociedad civil valenciana, que sólo quiere fallas, cachondeo y Fórmula Uno. El aborregamiento es enorme", opina de camino a Picanya.

Al bajar en la primera parada de Torrent se oyen doblar las campanas con toque de difunto. No hay peor fondo posible para escuchar las amargas palabras de Pedro Edo. Perdió a su hija Laura con 26 años poco después de oír su voz por teléfono: "Papá, en diez minutos estoy en casa para comer". Laura no llegó y tuvieran que reconocer su cuerpo "encima de una mesa, en un montón, gracias al ADN y una cicatriz en la rodilla". La habitación de la xiqueta sigue como ese día. "Esto -lamenta Pedro- es una cruz que te han cargado a la espalda y has de vivir con ella hasta que te mueras. Y aún te da más coraje saber que no te puedes sentar con el Gobierno valenciano para que nos den respuestas. Sí, enseguida nos dieron dinero. Pero lo que queremos es la verdad".

El metro llega a Torrent Avinguda, el final del trayecto. Tras el último minuto de silencio, y ya en el viaje de vuelta, el dúo musical Recámara apura su canción El Metro con unos últimos versos que hacen derramar las lágrimas: "La justicia y la honradez han descarrilado. Que el Gobierno dé la cara, cobarde, miserable. Pasa el tiempo, por ti seguiré luchando. En mi memoria jamás serás enterrado. Pasa el tiempo, por ti seguiré esperando, eternamente, que llegue ese tren con retraso".

La catedral veta al cura progresista que iba a oficiar la misa

Honori Pascual, destacado párroco progresista del Grup de Rectors del Dissabte y que había sido escogido por la asociación de víctimas del metro para oficiar la misa de ayer en honor a las víctimas, fue vetado por los responsables de la Catedral de Valencia poco antes de comenzar la eucaristía, que fue oficiada finalmente por Alfredo Chilet, delegado para Servicios Pastorales de la Seo.

Los familiares depositaron flores justo encima del punto en que sucedió el accidente a la hora del siniestro, las 13.03 h.. También entregaron una carta para la gerente de FGV en la que piden que se apliquen ya las medidas aprobadas por la comisión de investigación en 2006 y que aún no están en vigor, y que se refuerce la seguridad. Por la tarde, en un acto en la plaza de la Virgen, se reclamaron al Consell "las explicaciones que todavía no ha dado". p. c./L. B. B. valencia